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Llegué aquí una fría madrugada de diciembre. Los primeros libros que llegaron a mis manos me mostraron la magia de la imaginación y la belleza de las palabras. Más tarde, despertaron en mí la necesidad de plasmar éstas en nuevos relatos. La música me enseñó otra forma de ver la vida y, aunque no sé cantar, disfruto mis ratos libres escuchándola. Estas tres pasiones y disfrutar con la gente que me quiere son los pequeños placeres de mi vida. Me gusta fijarme en los pequeños detalles, ya que son los que le dan un toque personal a las cosas, e intento introducirlos en todo lo que hago, incluidos los relatos. Me gusta andar aunque no sepa a dónde voy o vaya sin rumbo fijo, creo que perderse es una buena forma de conocer otros lugares. Disfruto nadando, aunque no tenga el suficiente tiempo para ello, ni la playa muy cerca. Me considero una persona sencilla, no necesito gran cosa para ser feliz. Me gusta hacer las cosas de manera original, pero no destacar. Y estoy aquí porque necesito sacar las pequeñas ideas que pasan por mi cabeza.

sábado, 16 de enero de 2016

La gran nevada

Susi, Luna y Mía habían ido al centro comercial para realizar las últimas compras de navidad.
- Pasamos primero por el Primark. - Dijo Susi.
- Vale, pero luego vamos al Bershka,- dijo Luna - quiero mirarme unos pantalones.
- Necesito un chaquetón, - dijo Susi mientras caminaban por el centro comercial. - Está haciendo mucho frío este invierno.
- La verdad es que está haciendo demasiado frío, - añadió Mía. - Yo no recuerdo unas temperaturas tan bajas.
- Ni yo.- Dijo Luna mientras entraban al Primark.
- Cuánta gente.- Dijo Mía.
- Sí, - afirmó Susi, - creo que están por allí. - Dijo refiriéndose a los chaquetones mientras miraba hacia un lado de la tienda.
- Vamos. - Les animó Luna.
Llegaron a la zona de los chaquetones y Susi cogió uno rojo con capucha largo hasta las rodillas.
- ¿Os gusta éste? - Les preguntó a sus amigas.
- Es bonito.- Respondió Luna.
- Sí. - Afirmó Mía.- Mira ese azul,- le dijo señalando otro chaquetón azul oscuro.
Susi se volvió para mirarlo.
- Es bonito, - le dijo mientras se acercaba para tocarlo.- Lleva pelo por dentro, - dijo ilusionada - me gusta más éste.
- Parece bueno. - Dijo Luna tocándolo también.
Susi alargó la mano buscando la etiqueta.
- No es caro.- Concluyó. - Voy a probármelo.
Susi se quitó el chaquetón rojo y lo dejó encima de un perchero. Descolgó el chaquetón azul y se lo probó.
- Es más calentito.
- Y más suave. - Añadió Luna tocándolo.
- Te queda muy bien.- Dijo Mía.
- Pues venga, me lo llevo.- Concluyó Susi.
Las tres fueron a la caja y Susi pagó su chaquetón.
-¿Vamos al Bershka? - Preguntó Luna.
- Venga.
Las tres  entraron en la tienda y Luna fue a buscar sus pantalones.
- Pero, ¿quieres unos pantalones de vestir o unos vaqueros? - Le preguntó Mía.
- En realidad quiero unos de chándal que lleven bolsillos, - le respondió.- De esos que son un poco anchos, y si pueden ser negros mejor.
Las tres se movieron por la tienda buscando los pantalones para Luna.
- ¿Qué talla usas?-Le preguntó Mía a Luna.
- La treinta y cuatro.
- Mira, ¿te gustan éstos? - Le preguntó Susi a Luna mostrándole unos negros de algodón.
- Sí...,- le dijo poco convincente,- es que buscaba algo que no fuera de algodón. Porque en éstos enseguida se te pegan las pelusillas.
- Sí, eso sí.
Las chicas siguieron buscando y Luna encontró unos más finos.
- Éstos mejor, -dijo - voy a probármelos.-Luna se los probó, y la verdad es que le estaban mejor.- Me los llevo.- Confirmó.
Fueron a la caja, lo pagó y salieron.
- ¿Tu quieres algo?- Le preguntó Luna a Mía.
- Sí, - le respondió - unos deportivos. ¿Sabéis dónde está el Decathlon?
- Creo que está por allí, - respondió Susi indicando un punto con la mano, - cerca de Springfield.
Las tres siguieron esa dirección y llegaron hasta la tienda.
- ¿Qué número usas?- Le preguntó Susi.
- Un treinta y siete.
Mía se probó varios modelos, estaba indecisa entre unos negros transpirables y unos azules claro.
- ¿Cuál os gusta más?- Le preguntó a sus amigas.
- Los negros te pegan con todo.- Destacó Susi.
- Además son más limpios, - añadió Luna,- yo me quedaría con los negros.
- Sí, ¿verdad? - Les dijo Mía. - Son menos cochinos.
Mía se puso sus zapatos y dejó los azules donde estaban. Cogió los negros y se fueron a la caja. Mía pagó y salieron.
- ¿Queréis ver algo más? - Preguntó Susi.
- No.- Respondió Luna.
- No, - respondió Mía - yo solo venía a por los depor.
- Podríamos tomarnos algo antes de irnos.- Sugirió Luna mientras caminaban.
- Sí, - dijo Mía, - que ahora hace más frío.

Las tres se dirigieron a una cafetería que había cerca, y se sentaron dentro. Dejaron las bolsas en una silla y se quitaron los chaquetones.
- Aquí se está más calentita. - Dijo Luna.
- Sí que se nota la diferencia, sí. - Afirmó Mía.
- Buenas tardes, ¿qué van a tomar?- Les preguntó un camarero.
- Buenas, para mí un bombón descafeinado.- Pidió Luna.
- Un chocolate caliente.- Pidió Mía.
- Y un café con leche descafeinado, por favor.- Pidió Susi.
El camarero anotó los cafés y el chocolate, y se alejó hacia la barra. Poco después los llevó a la mesa.
Mientras se tomaban los cafés y el chocolate empezó a nevar.
- Mirar está nevando. - Dijo Susi mirando por la ventana.
- Vaya...- Dijo Mía sorprendida.- Ya sabía yo que estaba haciendo más frío que el año pasado.
- Es verdad.- Dijo Luna.- Menos mal que nos hemos puesto dentro.
- Sí.
- Parece que está cayendo cada vez más nieve. - Dijo Susi.
La nieve caía cada vez más deprisa y con más intensidad.

Unos clientes se levantaron de su mesa y se dirigieron hacia la puerta, pero no pudieron abrirla. Lo intentaron varias veces, y un camarero, al verlos, salió de la barra para ayudarles.
- Está atascada.- Dijo mientras lo intentaba.
Los clientes empezaron a levantarse y los más fuertes se dirigieron hacia la puerta para ayudar.
- No puedo. - Dijo otro intentándolo.
Susi, Luna y Mía se acercaron a ellos para ver si alguien conseguía abrir la puerta, pero por más que lo intentaron, no pudieron.

La dueña del bar llamó a los bomberos para avisarles de que se habían quedado atrapados, como consecuencia de la nevada. Los bomberos acudieron veinte minutos después acompañados de una máquina quitanieves. La máquina hizo su trabajo y quitó la nieve de la puerta.
La dueña del bar intentó abrir la puerta pero no pudo porque la nieve que había quedado pegada a la puerta había cristalizado y ahora era una densa capa de hielo, difícil de romper.
La máquina intentó romper el hielo pero no pudo y tuvieron que recurrir a otro plan.
Los bomberos buscaron algo metálico con lo que romper el hielo y utilizaron un palo que les prestó una dependienta, que lo usaba para bajar la persiana de su tienda al cerrar. Con este palo pudieron romper el hielo de la puerta y escarbar debajo para quitar los restos y facilitar su apertura.
Al terminar, la jefa consiguió abrir la puerta del bar y los clientes, incluidas Mía, Luna y Susi, pudieron salir.