Merche era una chica de veintiún años que estudiaba cuarto de enfermería en una universidad privada.
Terminó bachiller con una nota bastante alta y al hacer selectividad sobrepasó la nota de corte de enfermería, la carrera que ella quería hacer. Aún así, su padre insistió en que estudiara en una universidad privada, y cerca de casa a ser posible.
- ¿Cómo lo llevas? - Le preguntó su padre.
- Regular, - le respondió, - estoy un poco nerviosa porque son los últimos de la carrera. - Le respondió refiriéndose a los exámenes.
- Seguro que los sacas, tranquila. Vas sacar unas notas muy altas. - Le dijo su padre. - Nos han llamado Froilán y Leonor para ir al club de golf, y llegaremos tarde porque creo que quieren salir a cenar. Así que no nos esperes levantada.
- Vale.
- Puedes pedirle a María que te haga algo de cenar.- Le propuso. María era una de sus empleadas domésticas.
- Tranquilo papá, estaré bien.
- Vale.
Su padre le dio un beso y se fue.
Merche siguió estudiando un poco más y después de un rato bajó a la cocina.
- Hola. - Saludó a María.
- Hola señorita.
Merche abrió el frigorífico y sacó companaje.
- Puedo hacerlo yo, señorita. - Le dijo María acercándose a ella.
- No pasa nada María, si esto se hace en un momento. - Le respondió. - ¿Quieres cenar algo?
- No.- Le dijo ella.- Ya cenaré cuando llegue a casa no se preocupe.
- Si hay comida, y ya es tarde. Siéntate.
- No señorita, de verdad. Muchas gracias.
- Cómo quieras. - Le dijo cenando.- María, ¿te puedo pedir una cosa?
- Claro, lo que usted quiera.
- ¿Puedes dejar de hablarme de usted?- Le pidió. - Es que es un poco extraño teniendo en cuenta que eres mayor que yo.
- Es el protocolo señorita.
- Está bien. - Le dijo Merche resignándose un poco.
El padre de Merche era banquero y su madre, abogada. Ambos tenían una buena posición social y un nivel alto de poder adquisitivo.
Ella se había criado en su mansión de tres plantas, con servicio doméstico y chófer. Además, desde bien pequeñita, había ido a un colegio privado y trilingüe en el que había aprendido a hablar alemán e inglés a un nivel nativo. Sus notas siempre habían sido bastante altas.
Su padre era un gran aficionado de la música clásica e hizo que Merche recibiera clases de piano y violín, desde los nueve hasta los doce años.
Merche pasó los días siguientes estudiando duro y preparando su TFG (Trabajo Fin de Grado).No sabía porqué pero ese año le estaba costando más concentrarse y aprobar sus exámenes. Cada día estudiaba más tiempo pero le costaba más concentrarse.
- ¿Te lo sabes todo ya?- Le preguntó su madre unos días después.
- No, aún me quedan dos asignaturas por acabar, y hay algunas que no las llevo bien al cien por cien.
- Bueno, seguro que sacarás unas notas muy altas.- Insistían sus padres una y otra vez.
Unos días más tarde, sus padres dieron una fiesta en casa con invitados de alto standing. Su padre estaba conversando con un grupo de hombres y mujeres cuando la llamó:
- Merche ven un momento.
Ella se acercó a ver que quería.
- Hola.- Saludó a los demás.
- Ésta es Merche, mi hija.- La presentó su padre.- Está estudiando enfermería en la universidad privada. Éste es ya su último año.- Dijo él orgulloso.
- Vaya, enhorabuena.- Le dijo uno de los invitados.
- Gracias.- Le respondió ella.
- Va a sacar matrícula. - Dijo su padre.
Todos quedaron sorprendidos y la miraron.
- Bueno,...Estoy en ello.- Dijo un poco tímida.
Al terminar la fiesta Merche habló con su padre.
- ¿Por qué les has dicho lo de la matrícula?
- Porque es verdad.
- Pero si te estoy diciendo que me está costando estudiar, ¿cómo voy a sacar matrícula?
- Eso es ahora que estás agobiada, pero ya verás como la sacas.
- ¿Pero por qué tienes que decir eso? ¿Y si no la saco?
- Lo harás, no te preocupes.- Le respondió muy convencido.- Y así tendrás más nota para que te cojan en el máster.
- ¿Qué máster? - Le preguntó extrañada.- No he tenido tiempo de pensar lo que voy a hacer cuando acabe.
- Harás un máster, no te preocupes.
- Pero...- Dijo Merche sin dar crédito a lo que estaba oyendo.- ¿Cuándo te he dicho yo que quiera hacer un máster? Ni me he parado a pensarlo, no te he hablado de nada de eso, ¿por qué tienes que decirle eso a tus amigos?
- Merche, tu aún no sabes lo que quieres.
- Claro que sé lo que quiero, quiero terminar enfermería y después ya pensaré qué hacer.- Le respondió.- Es mi vida, soy yo la que tiene que tomar esas decisiones.
- Estás cansada, es mejor que te vayas a la cama.- Le dijo.- Mañana lo verás todo más claro.
Merche no podía creer lo que le estaba diciendo, pero le hizo caso y se fue a dormir.
Acabó los exámenes unas semanas más tarde, y se graduó. Ese verano se lo tomó como un tiempo de descanso.
- Merche, ¿no hay ningún chico que te guste? - Le preguntó su madre.
- No, ¿por?
- Porque desde aquel novio que tuviste en la E.S.O. no has vuelto a tener ninguno.
- Es que no ha habido ninguno que me haya gustado tampoco. - Le respondió.- Veo chicos guapos pero no hay ninguno que me guste.
- Pero mujer, con veintiún años ya...
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Pues que ya tienes una edad para ir teniendo novio.
- Yo estoy bien así, - le explicó Merche - además si no hay ninguno que me guste...¿Qué quieres que haga?
- No, nada.
Los padres de Merche empezaron a meterle presión para que hiciera un máster y buscara pareja. Ella empezaba a asfixiarse y empezó a salir con más frecuencia para pasar menos tiempo en casa.
Un día vio un anuncio en el hospital en el que buscaban enfermeros, enfermeras, médicos y médicas para trasladarse a un país de África, y allí poder atender a los más desfavorecidos. Era, sobre todo, para atender a víctimas de diversas guerras. A Merche le gustó la idea y se la comentó a sus padres esa misma noche, mientras cenaban.
- Hoy he visto un anuncio en el hospital para ir a un campamento de refugiados en África.
- ¿Se ha apuntado algún compañero tuyo?¿O algún médico?
- No lo sé, algunos estamos contemplando la posibilidad de irnos.
- ¿Qué quieres decir con "estamos contemplando"? - Preguntó su madre. - ¿Es que tu piensas irte?
- Me gustaría, pero no lo he decidido aún.
- Pero Merche, ¿sabes lo que te puedes encontrar allí? - Le preguntó su padre.
- Pues claro papá.- Le respondió. - Gente desfavorecida en unas condiciones bastante pésimas.
- ¿Y tu quieres ir allí? - Le preguntó su madre sorprendida.
- Claro que sí mamá. Yo quiero ayudar, hacer algo útil.- Le explicó.
- Pero Merche ya puedes ayudar en los hospitales de España.- Le dijo su madre.
- Mamá aquí hay muchos enfermeros y muy poco trabajo, además no es lo mismo. Yo quiero viajar, conocer otras culturas, y ayudar a la gente.
- Pero dime la verdad, ¿por qué lo haces?
- Porque quiero ayudar mamá, quiero ser útil. Y allí me necesitan.
Los padres de Merche intentaron convencerla para que no lo hiciera, pero no consiguieron hacer que cambiara de opinión. Merche, por otro lado, se lo contó a sus amigas:
- ¿Tu estás loca? - Le preguntó Gemma.
- ¿Por qué?
- ¿Sabes cómo se vive allí?
- Claro que lo sé, por eso quiero irme.
Merche se fue a África después del verano. Sus padres pasaron todo el verano intentando convencerla de que no lo hiciera, pero no pudieron.
Se instaló en una pequeña población y empezó a trabajar en un campamento para gente que había huido de la guerra. Allí conoció a varías personas, entre ellas a Noelia, una médica que trabajaba allí voluntariamente.
- Hola, soy Merche.- Se presentó.
- Hola, yo soy Noelia, encantada.- Le respondió.- ¿Eres nueva por aquí?
- Sí.
- ¿Tienes alguna titulación o solo eres voluntaria?
- Soy enfermera.
- No te ofendas, lo preguntamos para ver dónde podéis encajar mejor.
- No, tranquila.
- Vale, creo que te irá mejor venir conmigo al hospital. Es un hospital provisional por llamarlo de alguna manera. - Le explicó mientras caminaban hacia él.
Era como un invernadero pero con las telas oscuras en vez de transparentes. Dentro habían unos armarios con material médico y quirúrgico, y un montón de camillas. Merche empezó a mirar a ambos lados cuando vio aparecer a varios enfermeros entrando por la puerta de la base con varios hombres heridos en sus brazos. Era una imagen muy sangrienta y se quedó mirando.
- Más víctimas de bombardeos.- Explicó Noelia apenada.
- ¿"Más"?
- Aquí es muy frecuente.- Le explicó.- Con la guerra hay muchos heridos.
Merche se puso manos a la obra y empezó a ayudar a sus compañeros y a los heridos.
Pasó varios meses atendiendo heridas y ayudando en diversas operaciones. Vio atrocidades que nunca pensó que vería pero también se sintió útil al ver que podía ayudar a la gente y formar parte de un equipo tan grande como era el del hospital provisional.
Se hizo muy amiga de Noelia, llegaron a compartir grandes confidencias. Solían trabajar en los mismos turnos y dormían en la misma base, una al lado de la otra.
Un día aparecieron por allí los padres de Merche, por sorpresa. Cuando llegaron, Merche estaba poniéndole una vacuna a un niño pequeño.
- Ya está, ¿te ha dolido?
- No.- Respondió el niño negando con la cabeza.
- Eres muy fuerte, ¿eh?
- Sí.- Le dijo el niño sonriendo.
Merche terminó y fue atendiendo a los demás. Cuando terminó empezó a esterilizar algunos utensilios quirúrgicos y a guardarlo todo. En ese momento oyó una voz conocida :
- ¿Se puede? - Le preguntó su madre.
- Sí pase.- Le dijo ella sin darse la vuelta.
Cuando se dio la vuelta y vio a su madre se alegró mucho y fue corriendo a abrazarla.
- Mamá.- Le dijo abrazándola muy fuerte.
Sus padres la abrazaron muy fuerte.
- ¿Cómo estás?
- Muy bien.
- ¿Estás a gusto aquí?
- Sí, mucho.- Le respondió.- ¿Y vosotros cómo estáis?
- Muy bien.
- Merche, ¿de verdad es esto lo que quieres? - Le preguntó su padre mirando a ambos lados del hospital provisional.
- Sí. Aquí me siento útil y siento que formo parte de un gran equipo. - Le explicó. - Sé que parece una locura pero me gusta. Este tiempo que he pasado aquí me ha hecho valorar más las cosas y madurar. Esto es lo que realmente quiero papá.
- Bueno.- Le dijo su padre.- Si tu lo sientes así.
- Perdona por haberte presionado tanto.- Le pidió su madre.- No teníamos que haber hecho tantos planes por ti.
- No pasa nada mamá, sé que queríais lo mejor para mí. - Le respondió. - Quiero presentaros a alguien.
Merche fue a buscar a Noelia.
- Noelia, éstos son mis padres: Juan Carlos y Eloisa. - Le dijo. - Papá, mamá, ésta es Noelia, una compañera de la base.
- Hola, encantada.
Los tres se saludaron.
Eloisa y Juan Carlos se quedaron por allí unos días, y después volvieron a España.
- ¿Cuándo volverás? - Le preguntó Juan Carlos a Merche.
- No lo sé papá, cuando esto esté un poco más calmado.
- Cuídate, ¿vale?- Le pidió su madre.
- Sí, tranquila mamá.
Los tres se despidieron y Juan Carlos y Eloisa cogieron un avión.