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Llegué aquí una fría madrugada de diciembre. Los primeros libros que llegaron a mis manos me mostraron la magia de la imaginación y la belleza de las palabras. Más tarde, despertaron en mí la necesidad de plasmar éstas en nuevos relatos. La música me enseñó otra forma de ver la vida y, aunque no sé cantar, disfruto mis ratos libres escuchándola. Estas tres pasiones y disfrutar con la gente que me quiere son los pequeños placeres de mi vida. Me gusta fijarme en los pequeños detalles, ya que son los que le dan un toque personal a las cosas, e intento introducirlos en todo lo que hago, incluidos los relatos. Me gusta andar aunque no sepa a dónde voy o vaya sin rumbo fijo, creo que perderse es una buena forma de conocer otros lugares. Disfruto nadando, aunque no tenga el suficiente tiempo para ello, ni la playa muy cerca. Me considero una persona sencilla, no necesito gran cosa para ser feliz. Me gusta hacer las cosas de manera original, pero no destacar. Y estoy aquí porque necesito sacar las pequeñas ideas que pasan por mi cabeza.

jueves, 2 de junio de 2016

El hospital provisional

Merche era una chica de veintiún años que estudiaba cuarto de enfermería en una universidad privada. 
Terminó bachiller con una nota bastante alta y al hacer selectividad sobrepasó la nota de corte de enfermería, la carrera que ella quería hacer. Aún así, su padre insistió en que estudiara en una universidad privada, y cerca de casa a ser posible.

- ¿Cómo lo llevas? - Le preguntó su padre.
- Regular, - le respondió, - estoy un poco nerviosa porque son los últimos de la carrera. - Le respondió refiriéndose a los exámenes.
- Seguro que los sacas, tranquila. Vas sacar unas notas muy altas. - Le dijo su padre. - Nos han llamado Froilán  y Leonor para ir al club de golf, y llegaremos tarde porque creo que quieren salir a cenar. Así que no nos esperes levantada.
- Vale.
- Puedes pedirle a María que te haga algo de cenar.- Le propuso. María era una de sus empleadas domésticas.
- Tranquilo papá, estaré bien.
- Vale.
Su padre le dio un beso y se fue.

Merche siguió estudiando un poco más y después de un rato bajó a la cocina.
- Hola. - Saludó a María.
- Hola señorita.
Merche abrió el frigorífico y sacó companaje.
- Puedo hacerlo yo, señorita. - Le dijo María acercándose a ella.
- No pasa nada María, si esto se hace en un momento. - Le respondió. - ¿Quieres cenar algo?
- No.- Le dijo ella.- Ya cenaré cuando llegue a casa no se preocupe.
- Si hay comida,  y ya es tarde. Siéntate.
- No señorita, de verdad. Muchas gracias.
- Cómo quieras. - Le dijo cenando.- María, ¿te puedo pedir una cosa?
- Claro, lo que usted quiera.
- ¿Puedes dejar de hablarme de usted?- Le pidió. - Es que es un poco extraño teniendo en cuenta que eres mayor que yo.
- Es el protocolo señorita.
- Está bien. - Le dijo Merche resignándose un poco.

El padre de Merche era banquero y su madre, abogada. Ambos tenían una buena posición social y un nivel alto de poder adquisitivo.
Ella se había criado en su mansión de tres plantas, con servicio doméstico y chófer. Además, desde bien pequeñita, había ido a un colegio privado y trilingüe en el que había aprendido a hablar alemán e inglés a un nivel nativo. Sus notas siempre habían sido bastante altas. 
Su padre era un gran aficionado de la música clásica e hizo que Merche recibiera clases de piano y violín, desde los nueve hasta los doce años. 

Merche pasó los días siguientes estudiando duro y preparando su TFG (Trabajo Fin de Grado).No sabía porqué pero ese año le estaba costando más concentrarse y aprobar sus exámenes. Cada día estudiaba más tiempo pero le costaba más concentrarse.
- ¿Te lo sabes todo ya?- Le preguntó su madre unos días después.
- No, aún me quedan dos asignaturas por acabar, y hay algunas que no las llevo bien al cien por cien.
- Bueno, seguro que sacarás unas notas muy altas.- Insistían sus padres una y otra vez.

Unos días más tarde, sus padres dieron una fiesta en casa con invitados de alto standing. Su padre estaba conversando con un grupo de hombres y mujeres cuando la llamó:
- Merche ven un momento.
Ella se acercó a ver que quería.
- Hola.- Saludó a los demás.
- Ésta es Merche, mi hija.- La presentó su padre.- Está estudiando enfermería en la universidad privada. Éste es ya su último año.- Dijo él orgulloso.
- Vaya, enhorabuena.- Le dijo uno de los invitados.
- Gracias.- Le respondió ella.
- Va a sacar matrícula. - Dijo su padre.
Todos quedaron sorprendidos y la miraron.
- Bueno,...Estoy en ello.- Dijo un poco tímida.

Al terminar la fiesta Merche habló con su padre.
- ¿Por qué les has dicho lo de la matrícula?
- Porque es verdad.
- Pero si te estoy diciendo que me está costando estudiar, ¿cómo voy a sacar matrícula?
- Eso es ahora que estás agobiada, pero ya verás como la sacas.
- ¿Pero por qué tienes que decir eso? ¿Y si no la saco?
- Lo harás, no te preocupes.- Le respondió muy convencido.- Y así tendrás más nota para que te cojan en el máster.
- ¿Qué máster? - Le preguntó extrañada.- No he tenido tiempo de pensar lo que voy a hacer cuando acabe.
- Harás un máster, no te preocupes.
- Pero...- Dijo Merche sin dar crédito a lo que estaba oyendo.- ¿Cuándo te he dicho yo que quiera hacer un máster? Ni me he parado a pensarlo, no te he hablado de nada de eso, ¿por qué tienes que decirle eso a tus amigos?
- Merche, tu aún no sabes lo que quieres.
- Claro que sé lo que quiero, quiero terminar enfermería y después ya pensaré qué hacer.- Le respondió.- Es mi vida, soy yo la que tiene que tomar esas decisiones.
- Estás cansada, es mejor que te vayas a la cama.- Le dijo.- Mañana lo verás todo más claro.
Merche no podía creer lo que le estaba diciendo, pero le hizo caso y se fue a dormir.

Acabó los exámenes unas semanas más tarde, y se graduó. Ese verano se lo tomó como un tiempo de descanso.
- Merche, ¿no hay ningún chico que te guste? - Le preguntó su madre.
- No, ¿por?
- Porque desde aquel novio que tuviste en la E.S.O. no has vuelto a tener ninguno.
- Es que no ha habido ninguno que me haya gustado tampoco. - Le respondió.- Veo chicos guapos pero no hay ninguno que me guste.
- Pero mujer, con veintiún años ya...
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Pues que ya tienes una edad para ir teniendo novio.
- Yo estoy bien así, - le explicó Merche - además si no hay ninguno que me guste...¿Qué quieres que haga? 
- No, nada.

Los padres de Merche empezaron a meterle presión para que hiciera un máster y buscara pareja. Ella empezaba a asfixiarse y empezó a salir con más frecuencia para pasar menos tiempo en casa.

Un día vio un anuncio en el hospital en el que buscaban enfermeros, enfermeras, médicos y médicas para trasladarse a un país de África, y allí poder atender a los más desfavorecidos. Era, sobre todo, para atender a víctimas de diversas guerras. A Merche le gustó la idea y se la comentó a sus padres esa misma noche, mientras cenaban.
- Hoy he visto un anuncio en el hospital para ir a un campamento de refugiados en África.
- ¿Se ha apuntado algún compañero tuyo?¿O algún médico?
- No lo sé, algunos estamos contemplando la posibilidad de irnos. 
- ¿Qué quieres decir con "estamos contemplando"? - Preguntó su madre. - ¿Es que tu piensas irte?
- Me gustaría, pero no lo he decidido aún.
- Pero Merche, ¿sabes lo que te puedes encontrar allí? - Le preguntó su padre.
- Pues claro papá.- Le respondió. - Gente desfavorecida en unas condiciones bastante pésimas.
- ¿Y tu quieres ir allí? - Le preguntó su madre sorprendida.
- Claro que sí mamá. Yo quiero ayudar, hacer algo útil.- Le explicó.
- Pero Merche ya puedes ayudar en los hospitales de España.- Le dijo su madre.
- Mamá aquí hay muchos enfermeros y muy poco trabajo, además no es lo mismo. Yo quiero viajar, conocer otras culturas, y ayudar a la gente.
- Pero dime la verdad, ¿por qué lo haces?
- Porque quiero ayudar mamá, quiero ser útil. Y allí me necesitan.

Los padres de Merche intentaron convencerla para que no lo hiciera, pero no consiguieron hacer que cambiara de opinión. Merche, por otro lado, se lo contó a sus amigas:
- ¿Tu estás loca? - Le preguntó Gemma.
- ¿Por qué?
- ¿Sabes cómo se vive allí?
- Claro que lo sé, por eso quiero irme.

Merche se fue a África después del verano. Sus padres pasaron todo el verano intentando convencerla de que no lo hiciera, pero no pudieron.
Se instaló en una pequeña población y empezó a trabajar en un campamento para gente que había huido de la guerra. Allí conoció a varías personas, entre ellas a Noelia, una médica que trabajaba allí voluntariamente.
- Hola, soy Merche.- Se presentó.
- Hola, yo soy Noelia, encantada.- Le respondió.- ¿Eres nueva por aquí?
- Sí.
- ¿Tienes alguna titulación o solo eres voluntaria?
- Soy enfermera.
- No te ofendas, lo preguntamos para ver dónde podéis encajar mejor.
- No, tranquila.
- Vale, creo que te irá mejor venir conmigo al hospital. Es un hospital provisional por llamarlo de alguna manera. - Le explicó mientras caminaban hacia él.
Era como un invernadero pero con las telas oscuras en vez de transparentes. Dentro habían unos armarios con material médico y quirúrgico, y un montón de camillas. Merche empezó a mirar a ambos lados cuando vio aparecer a varios enfermeros entrando por la puerta de la base con varios hombres heridos en sus brazos. Era una imagen muy sangrienta y se quedó mirando.
- Más víctimas de bombardeos.- Explicó Noelia apenada.
- ¿"Más"?
- Aquí es muy frecuente.- Le explicó.- Con la guerra hay muchos heridos.
Merche se puso manos a la obra y empezó a ayudar a sus compañeros y a los heridos.

Pasó varios meses atendiendo heridas y ayudando en diversas operaciones. Vio atrocidades que nunca pensó que vería pero también se sintió útil al ver que podía ayudar a la gente y formar parte de un equipo tan grande como era el del hospital provisional.

Se hizo muy amiga de Noelia, llegaron a compartir grandes confidencias. Solían trabajar en los mismos turnos y dormían en la misma base, una al lado de la otra.

Un día aparecieron por allí los padres de Merche, por sorpresa. Cuando llegaron, Merche estaba poniéndole una vacuna a un niño pequeño.
- Ya está, ¿te ha dolido?
- No.- Respondió el niño negando con la cabeza.
- Eres muy fuerte, ¿eh?
- Sí.- Le dijo el niño sonriendo.
Merche terminó y fue atendiendo a los demás. Cuando terminó empezó a esterilizar algunos utensilios quirúrgicos y a guardarlo todo. En ese momento oyó una voz conocida :
- ¿Se puede? - Le preguntó su madre.
- Sí pase.- Le dijo ella sin darse la vuelta.
Cuando se dio la vuelta y vio a su madre se alegró mucho y fue corriendo a abrazarla.
- Mamá.- Le dijo abrazándola muy fuerte.
Sus padres la abrazaron muy fuerte.
- ¿Cómo estás?
- Muy bien.
- ¿Estás a gusto aquí?
- Sí, mucho.- Le respondió.- ¿Y vosotros cómo estáis?
- Muy bien.
- Merche, ¿de verdad es esto lo que quieres? - Le preguntó su padre mirando a ambos lados del hospital provisional. 
- Sí. Aquí me siento útil y siento que formo parte de un gran equipo. - Le explicó. - Sé que parece una locura pero me gusta. Este tiempo que he pasado aquí me ha hecho valorar más las cosas y madurar. Esto es lo que realmente quiero papá.
- Bueno.- Le dijo su padre.- Si tu lo sientes así. 
- Perdona por haberte presionado tanto.- Le pidió su madre.- No teníamos que haber hecho tantos planes por ti.
- No pasa nada mamá, sé que queríais lo mejor para mí. - Le respondió. - Quiero presentaros a alguien.
Merche fue a buscar a Noelia.
- Noelia, éstos son mis padres: Juan Carlos y Eloisa. - Le dijo. - Papá, mamá, ésta es Noelia, una compañera de la base.
- Hola, encantada. 
Los tres se saludaron.

Eloisa y Juan Carlos se quedaron por allí unos días, y después volvieron a España. 
- ¿Cuándo volverás? - Le preguntó Juan Carlos a Merche.
- No lo sé papá, cuando esto esté un poco más calmado.
- Cuídate, ¿vale?- Le pidió su madre. 
- Sí, tranquila mamá. 
Los tres se despidieron y Juan Carlos y Eloisa cogieron un avión. 

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