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Llegué aquí una fría madrugada de diciembre. Los primeros libros que llegaron a mis manos me mostraron la magia de la imaginación y la belleza de las palabras. Más tarde, despertaron en mí la necesidad de plasmar éstas en nuevos relatos. La música me enseñó otra forma de ver la vida y, aunque no sé cantar, disfruto mis ratos libres escuchándola. Estas tres pasiones y disfrutar con la gente que me quiere son los pequeños placeres de mi vida. Me gusta fijarme en los pequeños detalles, ya que son los que le dan un toque personal a las cosas, e intento introducirlos en todo lo que hago, incluidos los relatos. Me gusta andar aunque no sepa a dónde voy o vaya sin rumbo fijo, creo que perderse es una buena forma de conocer otros lugares. Disfruto nadando, aunque no tenga el suficiente tiempo para ello, ni la playa muy cerca. Me considero una persona sencilla, no necesito gran cosa para ser feliz. Me gusta hacer las cosas de manera original, pero no destacar. Y estoy aquí porque necesito sacar las pequeñas ideas que pasan por mi cabeza.

domingo, 10 de julio de 2016

A tres bandas

Begoña era una chica de diecinueve años que estudiaba segundo de psicología en Barcelona. Era de Murcia pero iba a la UAB por falta de nota. Había encontrado un piso de estudiantes, el de Aurora, y había estado compartiendo piso con dos chicas más: Irene y Laura. Estas últimas habían abandonado el piso después del segundo año porque habían conseguido un traslado a sus provincias natales: Álava y Teruel, respectivamente.

Begoña pasó el verano en Murcia con su familia pero al llegar septiembre volvió a Barcelona.
- Lleva cuidado.- Le pidió su madre, Ana.
- Mamá ya he pasado un año en Barcelona y no me ha pasado nada, no te preocupes.- Le dijo Begoña intentado tranquilizarla.
- ¿Sigues teniendo trabajo? - Le preguntó su padre, Vicente, un poco preocupado.
- Sí, me han dado las vacaciones, pero empiezo la semana que viene.- Le explicó.
- Venga que vas a perder el tren.
Begoña se despidió de sus padres y cogió el tren a Barcelona. Al subir buscó un asiento y se puso sus auriculares.

El tren llegó a su destino unas horas después. Begoña bajó y recogió sus maletas. Salió de la estación y se fue andando hasta su piso de estudiantes. Al llegar tocó el timbre, Aurora había recogido las cuatro llaves al terminar el curso anterior, con el fin de que no se perdieran. Al empezar el nuevo curso se las daría a sus compañeras.
Le abrió la puerta y la saludó:
- Hola.
- Hola. - Le respondió ella dándole dos besos.- ¿Qué tal?
- Muy bien, ¿y tu?
- Bien. ¿Se han ido ya tus padres?
- Sí, estamos solas.
Begoña fue a su cuarto y deshizo la maleta. Se instaló y comieron más tarde.
- ¿Estás trabajando? - Le preguntó Begoña.
- Sí, he empezado esta mañana. ¿Tu cuándo empiezas?
- El lunes de la semana que viene.

Los días pasaron y ambas volvieron a sus rutinas.

Un día Begoña estaba haciendo la comida y Aurora entró a la cocina. Se acercó por detrás y le rodeó la cintura con los brazos. Se pegó un poco más a ella y le besó el hombro. Begoña le bajó el fuego a la cocina y puso sus manos sobre las de Aurora, no supo qué hacer. Aurora se acercó más y le dio besos por el cuello. Le apartó el pelo del cuello y siguió dándole pequeños besos. Begoña dejó que siguiera besándola. "No entiendo nada"- pensó - "nunca me había dicho nada." "Nunca había imaginado algo así".
Se removió un poco y Aurora se apartó.
- Perdona, lo siento.- Le dijo Aurora un poco avergonzada.
- No, es que...- Begoña estaba en shock y le costó un poco seguir.- Nunca me has dicho nada y yo... No sé, nunca me he fijado en las chicas.
- ¿No... te ha gustado?
- No, bueno... Esto... Nunca me ha pasado, pero bueno... No ha estado mal.- Le explicó.- Quiero decir... No me lo esperaba pero sí me ha gustado.

Begoña y Aurora pasaron a besarse a diario. No se consideraban una pareja pero se besaban en casa.
- ¿Cómo llevas el examen?- Le preguntó Aurora a Begoña una noche,  mientras se acercaba a su escritorio con un café.
- Bien. - Le dijo ella levantando la vista de sus apuntes.
Aurora le dejó el café en el escritorio y ella le puso la mano en el culo.
- ¿Tu has empezado ya?
- Empiezo la semana que viene.- Le respondió un poco sorprendida por su gesto.
- ¿Y qué tal?
- Bien, lo llevo al día.- Le respondió acariciándole el hombro.- Te dejo que sigas.- Añadió. La besó y se fue.
Begoña terminó unas horas más tarde. Recogió sus libros y miró su cama. Fue al aseo y entró en la habitación de Aurora. Se acercó a ella y se metió en su cama, abrazándola. Le dio un beso en el hombro y le preguntó en voz baja:
- ¿Te molesta?
- No.- Le respondió ella en el mismo tono, acariciándole las manos.
Ambas durmieron abrazadas.

Las siguientes semanas empezaron a tocarse más. Begoña ya no se sentía violenta cuando la besaba, incluso le gustaba.
Una noche, al acostarse juntas, Begoña se acercó a ella y la acarició. Le metió la mano por debajo de la camiseta y se la subió un poco. Aurora se dio cuenta y le acarició el pelo.
- ¿Quieres que me la quite?
Ella asintió, y ambas se quitaron las camisetas. Begoña se subió encima de ella y empezaron a tocarse mientras terminaban de desnudarse.
- ¿Estás cómoda?
- Sí.
Esa noche se liaron por primera vez. Conforme iban pasando los días se iban consolidando como pareja. No estaban enamoradas pero se tenían un cariño más profundo, más que con otras amigas.

- Bego, - le llamó Aurora al día siguiente.- Tu... Me dijiste que te gustaban los chicos.- le recordó.
- Bueno, siempre me han atraído los chicos y me siguen gustando.- Le confesó.- Pero lo que hemos hecho también me ha gustado. Me siento cómoda, de verdad. Me gusta lo que hacemos.
- Y a mí.- Le confesó.- Pero tengo que contarte una cosa.
- Dime.- Le pidió ella extrañada.
- Yo... Tuve novio hace años. Estuvimos saliendo unos años y acabamos mal, bueno yo acabé mal.- Le explicó.- Él acabó con otra. Por aquel entonces yo tenía otro amigo, Arturo. Lo conocí cuando éramos pequeños, siempre ha sido y es mi mejor amigo. Unos meses después de acabar nuestras relaciones, la mía con Alan y la suya con Sara, - prosiguió - empezamos a tener... Necesidades, ya me entiendes. Éramos amigos, nos llevábamos bien, y empezamos a liarnos.
- Entonces... ¿Eres bisexual?
- Sí.
- Y ¿sigues con Arturo?
- No. A veces quedamos para tomar algo pero no nos liamos desde que te conocí.- Le explicó.
- Y ¿tu sientes algo por él?
- No, solo somos amigos. Amigos con derecho a roce, por decirlo de alguna manera.- Intentó explicarle.- Me gustaría que lo conocieras, la verdad. Pero solo si tu quieres. - Le propuso.
- Vale. - Accedió ella.

Aurora quedó con Arturo unos días después, en casa. Ella le abrió la puerta.
- Hola.- Le dijo besándolo.
- Hola.
- Ésta es Bego.- Le dijo ella señalando a Begoña.
- Hola.- Le saludó ella.
- Encantado.- Le dijo él dándole dos besos.- Aurora me ha hablado de ti.
Cenaron los tres juntos y se estuvieron conociendo durante unos meses, hasta que Arturo se mudó a vivir con ellas.
- Te echo de menos.- Le dijo Arturo a Aurora abrazándola por la espalda y dándole besos.
- Y yo a ti.- Le confesó.
- Sé que te gusta, y me cae bien pero...- Le dijo hablando de Begoña.
Ella se dio la vuelta y le dio un beso.
- Tu también me gustas mucho... Creo que deberíamos hablar con ella. Cuando le dije que quería que os conocierais me refería a esto.- Le explicó tocándolo.- Ya me entiendes.
- Sí. ¿Crees que lo entenderá?
- Sí
- ¿Le has contado algo?
- Le he dicho que soy bisexual y que hemos estado juntos muchas veces.

Esa noche hablaron los tres mientras cenaban. Aurora le dijo que lo echaba de menos y les propuso un trío a ambos. Begoña nunca había considerado algo así, pero aquella noche aceptó y se acostaron los tres juntos.

Begoña y Arturo se fueron conociendo más y el trío dejó de ser únicamente sexual para convertirse, también, en un triángulo amoroso satisfactorio para los tres.

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