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Llegué aquí una fría madrugada de diciembre. Los primeros libros que llegaron a mis manos me mostraron la magia de la imaginación y la belleza de las palabras. Más tarde, despertaron en mí la necesidad de plasmar éstas en nuevos relatos. La música me enseñó otra forma de ver la vida y, aunque no sé cantar, disfruto mis ratos libres escuchándola. Estas tres pasiones y disfrutar con la gente que me quiere son los pequeños placeres de mi vida. Me gusta fijarme en los pequeños detalles, ya que son los que le dan un toque personal a las cosas, e intento introducirlos en todo lo que hago, incluidos los relatos. Me gusta andar aunque no sepa a dónde voy o vaya sin rumbo fijo, creo que perderse es una buena forma de conocer otros lugares. Disfruto nadando, aunque no tenga el suficiente tiempo para ello, ni la playa muy cerca. Me considero una persona sencilla, no necesito gran cosa para ser feliz. Me gusta hacer las cosas de manera original, pero no destacar. Y estoy aquí porque necesito sacar las pequeñas ideas que pasan por mi cabeza.

martes, 19 de julio de 2016

Rumbo musical

Jarek era un joven de veintiún años.
- ¿Estás seguro? - Le preguntó su madre.
- Qué sí.
- ¿Y dónde vas a ir?
- Donde sea mamá, no te preocupes.
- ¿Qué no me preocupe?- Le preguntó su madre alarmada.- Jarek tienes veintiún años.
- Por eso, sé cuidarme.- Intentó tranquilizarla mientras guardaba su guitarra.
- Dime al menos dónde vas.
- Es que no lo sé.
- ¿Cómo que no lo sabes? Pero, ¿qué piensas hacer?
- No sé mamá. - Le respondió un poco cansado.- Mira aquí no hay trabajo, y yo...Me asfixio mamá, no tengo nada que hacer. Quiero encontrar trabajo y ver mundo. Es ahora o nunca, tengo veintiún años y no tengo obligaciones, tengo que irme ahora que puedo.
- ¿Vas a salir de España?- Le dijo un poco resignada.
- Supongo, no lo sé.
- ¿Cómo que no lo sabes?
- Mira cogeré el primer tren que pille y me llame la atención, y...No sé...Me llevará a algún sitio.
- Llámame, ¿vale?
- Sí, no te preocupes.- Le dijo dándole un beso.
- Te quiero.
- Y yo a ti.

Al día siguiente Jarek fue a la estación de tren y cogió un tren a Galicia. Cuando bajó buscó un piso de alquiler. Encontró un estudio pequeño, suficiente para él sólo. Deshizo la maleta y se tomó un café. Después le mandó un whatsapp a su madre:
" Estoy en Galicia "
" Qué haces en Galicia?" - Envió su madre.
" No sé."
" Cómo que no lo sabes?"
" Pues eso, que no lo sé. Cogí un tren y aquí estoy. Tranquila, he alquilado un estudio."

- Bueno, primera parada: Galicia.- Dijo mientras sacaba su guitarra y su libreta. Siempre llevaba una libretita pequeña y un bolígrafo verde en el estuche de su guitarra. Era verde porque era diferente, como él.
Pasó toda la mañana componiendo y tocando la guitarra. Cuando se cansó lo guardó todo y se hizo la comida: arroz blanco y salchichas.

Esa tarde salió a la calle a buscar trabajo, encontró una cafetería en la que buscaban camareros.
- Hola buenas tardes, me he fijado en que buscan camareros.
- Sí,- le dijo una señora de unos cuarenta años - ¿le interesa?
- Sí. Me llamo Jarek.- Le dijo tendiéndole la mano.
- Yo Irimia, encantada.- Le respondió dándole la mano.- ¿Tiene experiencia como camarero?
- No.
- ¿Tiene experiencia en algo?
- Soy fotógrafo, y he trabajado de dependiente en una tienda de videojuegos.
- Bueno,...Puede aprender.- Le dijo Irimia.- ¿Cuántos años tienes?
- Veintiuno.
- Puedes empezar mañana.- Le dijo.- A las siete y media.
- Gracias.

Jarek volvió a casa, cogió su cámara y su pequeña libreta. Salió a pasear por la calle y echó algunas fotos. Al anochecer volvió a su piso y se duchó mientras tarareaba:
- Si cuando me clavas la mirada se vuelve loco mi pensamiento - cantaba bajo la ducha -, nunca lo digo pero lo siento...
Salió de la ducha, aún cantando, se puso el pijama y recogió el aseo. Estaba haciéndose una tortilla para cenar cuando sonó su teléfono móvil.
- ¿Sí?
- ¿Jarek? - Le preguntó Lucas.
- Dime.
- ¿Dónde estás?
- En Galicia.
- Ah pero ¿es verdad?
- ¿El qué?
- Me encontré con tu madre y me dijo que te habías ido, no podía creerla.
- Pues sí, es cierto.- Le confirmó.- He llegado esta mañana.
- ¿Y qué?¿Cómo vas?
- Bien. Esta mañana he encontrado trabajo de camarero y estoy en un estudio de alquiler.
- Qué guay.

Jarek siguió en su piso y empezó a trabajar al día siguiente. A veces, sobre todo entre las dos y las cuatro, tenían muy pocas mesas o casi ninguna mesa en la cafetería y Jarek aprovechaba esas " horas muertas" para componer canciones en su libreta.
Se apoyó en la barra por fuera, observando las mesas vacías y empezó a escribir letras en su libreta personal, la que siempre llevaba encima. Emma, una compañera de trabajo, estaba detrás de la barra y se apoyó para ver lo que ponía.
- ¿Qué son?¿Poemas?
- Canciones.
- ¿Cantas?
- Compongo y toco la guitarra, pero no soy profesional.
- No lo sabía.- Reconoció Emma.- Podrías tocarme algo. Con la guitarra, digo.
- Podría,- dijo Jarek riendo - pero tendrías que venir a mi piso.
- Tienes un acento raro.
- Soy de Murcia.
- Ya decía yo.
- Ahora vengo.- Dijo Jarek mientras se dirigía a una mesa en la que acababan de sentarse unos clientes.
Les tomó nota y atendió varias mesas. No paró en toda la tarde. Cuando terminaron, recogieron la terraza, barrieron y fregaron el bar.
- ¿Vas a venir a mi piso? - Le preguntó Jarek, divertido, a Emma, mientras cogía su pequeña mochila.
- Ya quisieras.
- Como quieras.

Una noche fue un chico al bar, justo cuando se iba yendo la gente. Jarek se fijó en él nada mas verlo y le atendió en la mesa mientras Emma estaba dentro de la barra.
- ¿Qué miras?- Le preguntó ella.
- El chico ese. Es guapo.
A Emma le sorprendió la respuesta.
- ¿Guapo?
- Sí, no está mal.
- Por eso te reías...- Dedujo recodando la pregunta del piso que le hizo.- ¿Eres gay?
- Sí. Fue divertido verte intentando subir a mi piso.
- ¿De verdad pensabas que iba a subir?- Le respondió riéndose.
- Parecías muy dispuesta.
- Lo ves guapo, ¿verdad? - Le dijo refiriéndose al chico otra vez.
- Mucho, me gustaría darle un repaso.
- No tienes nada que hacer con él.
- ¿Lo conoces?
- Sí.- Le respondió riéndose.
- ¿De qué?
- Bueno...Le doy un repaso todas las noches desde hace dos años, en nuestra cama.- Le explicó.
- ¿Es tu novio?
Emma afirmó con la cabeza mientras miraba a su novio y se mordía el labio inferior.
- Y tu pensando que quería subir a tu casa.- Añadió riéndose mientras descargaba el lavavajillas.

Los días pasaron y Jarek se fue acostumbrando al clima, la gente, la ciudad en la que vivía ahora y al trabajo.
- ¿Y ése?
- Ése ¿qué? - Le respondió Emma mirando al chico al que se referían.
- Si está soltero.
- ¿Tienes el radar puesto o qué?
- No, pero son guapos los chicos de por aquí.
- Tu has venido a buscar algo más que trabajo ¿no?
- No, pero si se puede hacer un dos por uno...
- Ya, ya.

Empezó a hacer más calor por la calle y Jarek pasó a llevarse su guitarra también de paseo y no solo su libreta, para poder practicar y componer sus canciones al aire libre, cuando no trabajaba.

Ese día se sentó en el bordillo de una gran fuente que había en medio de una plaza. Empezó a tocar una de sus canciones y a cantar. Pasaron por allí varías personas, unos lo miraban, otros comentaban,... Pasó por allí una mujer que se quedó un rato mirándolo y escuchándolo. Jarek se fijó en ella y vio como se quedaba pensativa mientras lo miraba. La mujer estuvo escuchando atentamente y después se apartó un poco e hizo una llamada.
Jarek siguió tocando su guitarra y dejó de prestarle atención, hasta que se acercaron a ella una mujer y un hombre. Tuvieron una pequeña conversación entre los tres, y los recién llegados se fijaron en él. Lo observaron mientras la mujer les comentaba algo. Jarek empezó a incomodarse un poco y dejó de prestarles atención, o eso pretendía cuando aquellos se aproximaron a él.
- Disculpe.- Le dijo una de las mujeres.
Jarek dejó de tocar su guitarra y le miró a los ojos. Creía que iban a pedirle que dejara de tocar puesto que estaba en la calle, un sitio público.
- ¿Si?
- Verá le hemos estado escuchando mientras tocaba y nos gustaría hacerle una oferta. - Le respondió la misma mujer.
- ¿Una oferta? ¿De qué?
- Tenemos un bar en el que toca, bueno tocaba, un guitarrista. Pero su grupo ha lanzado un disco y se ha ido de gira, ha extinguido el contrato.- Le explicó la otra mujer.- Estamos buscando alguien que los reemplace, y bueno...
- Te hemos oído tocar y cantar y nos gustaría hacerte una oferta.- Concluyó el hombre.
- Bueno... La verdad es que ahora mismo tengo trabajo,- les confesó,- pero si lo puedo compaginar, a mí no me importaría.
- Nosotros querríamos que tocaras dos o tres noches por semana.- Le dijo el hombre.
- Mira vamos a hacer una cosa, - le explicó la mujer- éste es el teléfono del bar, - le dijo apuntándolo en una hoja de papel,- piénsalo y con lo que sea nos llamas.
- Vale.
- ¿Cómo te llamas? - Le preguntó el hombre.
- Jarek.
- Yo soy Eusebio y ellas son Baia y Delia.
- Encantado.- Les dijo dándole la mano a cada uno.

Jarek lo estuvo pensando unos días y al fin se decidió. Concluyó que podría seguir trabajando en la cafetería y pasarse algunas noches por la cafetería de Eusebio, Baia y Delia para sacarse algún dinero extra tocando la guitarra, y así lo hizo.
- ¿Así que ahora tienes pluriempleo? - Le preguntó Emma.
- Sí, ahora me falta un chico.- Dijo Jarek.
- Pero tu eres fotógrafo, ¿no?
- Sí, ¿por?
- ¿No has encontrado nada de fotografía?
- No. Pero me pagan por tocar la guitarra que también me gusta.- Le explicó.
- Qué suerte tienes.
- Un poco.

Jarek estuvo viviendo de los bares hasta que consiguió sacar un disco e hizo una gira por España. A partir de entonces fue haciendo giras y buscando empleos los meses que se quedaba parado, también solía tocar en diferentes bares de Galicia.

domingo, 10 de julio de 2016

A tres bandas

Begoña era una chica de diecinueve años que estudiaba segundo de psicología en Barcelona. Era de Murcia pero iba a la UAB por falta de nota. Había encontrado un piso de estudiantes, el de Aurora, y había estado compartiendo piso con dos chicas más: Irene y Laura. Estas últimas habían abandonado el piso después del segundo año porque habían conseguido un traslado a sus provincias natales: Álava y Teruel, respectivamente.

Begoña pasó el verano en Murcia con su familia pero al llegar septiembre volvió a Barcelona.
- Lleva cuidado.- Le pidió su madre, Ana.
- Mamá ya he pasado un año en Barcelona y no me ha pasado nada, no te preocupes.- Le dijo Begoña intentado tranquilizarla.
- ¿Sigues teniendo trabajo? - Le preguntó su padre, Vicente, un poco preocupado.
- Sí, me han dado las vacaciones, pero empiezo la semana que viene.- Le explicó.
- Venga que vas a perder el tren.
Begoña se despidió de sus padres y cogió el tren a Barcelona. Al subir buscó un asiento y se puso sus auriculares.

El tren llegó a su destino unas horas después. Begoña bajó y recogió sus maletas. Salió de la estación y se fue andando hasta su piso de estudiantes. Al llegar tocó el timbre, Aurora había recogido las cuatro llaves al terminar el curso anterior, con el fin de que no se perdieran. Al empezar el nuevo curso se las daría a sus compañeras.
Le abrió la puerta y la saludó:
- Hola.
- Hola. - Le respondió ella dándole dos besos.- ¿Qué tal?
- Muy bien, ¿y tu?
- Bien. ¿Se han ido ya tus padres?
- Sí, estamos solas.
Begoña fue a su cuarto y deshizo la maleta. Se instaló y comieron más tarde.
- ¿Estás trabajando? - Le preguntó Begoña.
- Sí, he empezado esta mañana. ¿Tu cuándo empiezas?
- El lunes de la semana que viene.

Los días pasaron y ambas volvieron a sus rutinas.

Un día Begoña estaba haciendo la comida y Aurora entró a la cocina. Se acercó por detrás y le rodeó la cintura con los brazos. Se pegó un poco más a ella y le besó el hombro. Begoña le bajó el fuego a la cocina y puso sus manos sobre las de Aurora, no supo qué hacer. Aurora se acercó más y le dio besos por el cuello. Le apartó el pelo del cuello y siguió dándole pequeños besos. Begoña dejó que siguiera besándola. "No entiendo nada"- pensó - "nunca me había dicho nada." "Nunca había imaginado algo así".
Se removió un poco y Aurora se apartó.
- Perdona, lo siento.- Le dijo Aurora un poco avergonzada.
- No, es que...- Begoña estaba en shock y le costó un poco seguir.- Nunca me has dicho nada y yo... No sé, nunca me he fijado en las chicas.
- ¿No... te ha gustado?
- No, bueno... Esto... Nunca me ha pasado, pero bueno... No ha estado mal.- Le explicó.- Quiero decir... No me lo esperaba pero sí me ha gustado.

Begoña y Aurora pasaron a besarse a diario. No se consideraban una pareja pero se besaban en casa.
- ¿Cómo llevas el examen?- Le preguntó Aurora a Begoña una noche,  mientras se acercaba a su escritorio con un café.
- Bien. - Le dijo ella levantando la vista de sus apuntes.
Aurora le dejó el café en el escritorio y ella le puso la mano en el culo.
- ¿Tu has empezado ya?
- Empiezo la semana que viene.- Le respondió un poco sorprendida por su gesto.
- ¿Y qué tal?
- Bien, lo llevo al día.- Le respondió acariciándole el hombro.- Te dejo que sigas.- Añadió. La besó y se fue.
Begoña terminó unas horas más tarde. Recogió sus libros y miró su cama. Fue al aseo y entró en la habitación de Aurora. Se acercó a ella y se metió en su cama, abrazándola. Le dio un beso en el hombro y le preguntó en voz baja:
- ¿Te molesta?
- No.- Le respondió ella en el mismo tono, acariciándole las manos.
Ambas durmieron abrazadas.

Las siguientes semanas empezaron a tocarse más. Begoña ya no se sentía violenta cuando la besaba, incluso le gustaba.
Una noche, al acostarse juntas, Begoña se acercó a ella y la acarició. Le metió la mano por debajo de la camiseta y se la subió un poco. Aurora se dio cuenta y le acarició el pelo.
- ¿Quieres que me la quite?
Ella asintió, y ambas se quitaron las camisetas. Begoña se subió encima de ella y empezaron a tocarse mientras terminaban de desnudarse.
- ¿Estás cómoda?
- Sí.
Esa noche se liaron por primera vez. Conforme iban pasando los días se iban consolidando como pareja. No estaban enamoradas pero se tenían un cariño más profundo, más que con otras amigas.

- Bego, - le llamó Aurora al día siguiente.- Tu... Me dijiste que te gustaban los chicos.- le recordó.
- Bueno, siempre me han atraído los chicos y me siguen gustando.- Le confesó.- Pero lo que hemos hecho también me ha gustado. Me siento cómoda, de verdad. Me gusta lo que hacemos.
- Y a mí.- Le confesó.- Pero tengo que contarte una cosa.
- Dime.- Le pidió ella extrañada.
- Yo... Tuve novio hace años. Estuvimos saliendo unos años y acabamos mal, bueno yo acabé mal.- Le explicó.- Él acabó con otra. Por aquel entonces yo tenía otro amigo, Arturo. Lo conocí cuando éramos pequeños, siempre ha sido y es mi mejor amigo. Unos meses después de acabar nuestras relaciones, la mía con Alan y la suya con Sara, - prosiguió - empezamos a tener... Necesidades, ya me entiendes. Éramos amigos, nos llevábamos bien, y empezamos a liarnos.
- Entonces... ¿Eres bisexual?
- Sí.
- Y ¿sigues con Arturo?
- No. A veces quedamos para tomar algo pero no nos liamos desde que te conocí.- Le explicó.
- Y ¿tu sientes algo por él?
- No, solo somos amigos. Amigos con derecho a roce, por decirlo de alguna manera.- Intentó explicarle.- Me gustaría que lo conocieras, la verdad. Pero solo si tu quieres. - Le propuso.
- Vale. - Accedió ella.

Aurora quedó con Arturo unos días después, en casa. Ella le abrió la puerta.
- Hola.- Le dijo besándolo.
- Hola.
- Ésta es Bego.- Le dijo ella señalando a Begoña.
- Hola.- Le saludó ella.
- Encantado.- Le dijo él dándole dos besos.- Aurora me ha hablado de ti.
Cenaron los tres juntos y se estuvieron conociendo durante unos meses, hasta que Arturo se mudó a vivir con ellas.
- Te echo de menos.- Le dijo Arturo a Aurora abrazándola por la espalda y dándole besos.
- Y yo a ti.- Le confesó.
- Sé que te gusta, y me cae bien pero...- Le dijo hablando de Begoña.
Ella se dio la vuelta y le dio un beso.
- Tu también me gustas mucho... Creo que deberíamos hablar con ella. Cuando le dije que quería que os conocierais me refería a esto.- Le explicó tocándolo.- Ya me entiendes.
- Sí. ¿Crees que lo entenderá?
- Sí
- ¿Le has contado algo?
- Le he dicho que soy bisexual y que hemos estado juntos muchas veces.

Esa noche hablaron los tres mientras cenaban. Aurora le dijo que lo echaba de menos y les propuso un trío a ambos. Begoña nunca había considerado algo así, pero aquella noche aceptó y se acostaron los tres juntos.

Begoña y Arturo se fueron conociendo más y el trío dejó de ser únicamente sexual para convertirse, también, en un triángulo amoroso satisfactorio para los tres.