Marina salió de trabajar a las cinco de la tarde.
- Sí, sí vale. - Dijo hablando por teléfono. - ¿Has dicho a las diez?... ¿Te viene bien a y media? - Prosiguió cruzando la calle. Giró a la izquierda y entró en la cafetería. Era un sitio pequeño con grandes ventanas y mesas cuadradas, de dos o cuatro personas. Estaban a la derecha al entrar, a la izquierda había una máquina de tabaco, los aseos y la barra.
- Hola, ¿qué va a tomar? - Le preguntó el camarero acercándose a ella.
- Vale, a menos cuarto. Espera un momento. - Tapó el micrófono y se dirigió al camarero. - Un bombón, por favor. - El camarero volvió a la barra y ella continuó su conversación. - Perfecto, yo hablo con Tamara y Lorenzo.
El camarero le trajo el café.
- Gracias.
Le sonó un WhatsApp, era de Carlos.
"Necesito verte. Es urgente."
Marina terminó su café y llamó a Carlos.
- Hola, ¿qué pasa?
- Necesito hablar contigo, en persona. - Le respondió Carlos serio.
- ¿Va todo bien? - Le preguntó preocupada.
- No Marina. Tenemos que hablar. ¿Te viene bien mañana?
- Sí, claro.- Le dijo sorprendida, y se hizo un pequeño silencio.- Carlos, te quiero.
- Mañana hablamos.
Al día siguiente, Marina se fue a trabajar. Pasó toda la mañana nerviosa por el mensaje y la conversación con Carlos. No consiguió centrarse. Esa tarde Carlos y ella quedaron en el piso de Carlos.
- Hola. - Le dijo Marina, y se acercó a él para besarlo pero Carlos se apartó. - ¿Qué pasa?
- Esto ya no funciona. - Dijo dejando su taza de café en la encimera.
- ¿Qué? ¿Por qué dices eso?
- Marina... Ya no nos tocamos, casi no hablamos y... No sé, ya no siento lo mismo.
- Pero... Yo pensaba que estábamos bien. - Estaba muy confusa después de lo que él le había dicho.
- Lo siento, pero no. He intentado arreglarlo, pero ya no siento nada. Lo que teníamos se ha convertido de nuevo en una amistad.- Le dijo sinceramente.
-¿"Amistad"? Tu... ¿Me consideras solo una amiga? - Estaba muy sorprendida.
- Ahora mismo sí. Lo siento.
- Pero ¿desde cuándo? ¿Por qué no me has hablado antes de tus sentimientos?
- ¿Cuándo? Estás todo el día trabajando. - Le reprochó.
- Eso...- Respondió desconcertada. - No es verdad.
- Marina lo siento. Esto no puede continuar.
Carlos la estaba dejando después de dos años de relación, sin ninguna discusión. Le dio un beso en la mejilla y le hizo un gesto para que se marchase. Ella bajó las escaleras pensando en qué había pasado, pero no logró entenderlo.
Marina volvió a la cafetería la tarde siguiente. Había quedado allí con su amiga Lorena.
- Hola. - Le dijo Lorena sentándose enfrente. - ¿Qué te pasa? Te noto rara.
- Carlos me ha dejado. - Le contestó con un hilo de voz, mirando su café.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Dice que ya no siente lo mismo, que me ve como una amiga.
- ¿Una "amiga"? ¿Después de dos años? - Le dijo dando a entender que no era muy creíble.
- Eso pienso yo.- Dijo recuperando su voz.- A ver, es verdad que últimamente no hemos estado muy "cercanos", por decirlo de alguna manera.
- Vamos que hace tiempo que no... - Insinuó refiriéndose al sexo.
- Exactamente. Pero de ahí a dejarlo... - Empezó a temblarle la barbilla.- No sé, pensaba que no estábamos tan mal. Es que no lo entiendo. - Le dijo mientras se enjuagaba algunas lágrimas. - Yo... Lo quiero.
- Lo siento mucho Marina. - Le dijo Lorena tocándole el brazo. - ¿Sabes si... Hay alguien...?
- ¿Qué? - Preguntó Marina. No se le había pasado esa idea por la cabeza. - No. No, no creo. - Respondió negando con la cabeza. - Él no... - Marina bebió un trago de su café.- ¿Y si es que ya no le gusto? Ya sabes... Físicamente.
- ¿Qué? No digas tonterías Marina. - Le dijo Lorena, eso no tenía mucho sentido. - Tienes un cuerpo estupendo. - Marina se miró las piernas y fue subiendo la mirada rápidamente hasta los pechos. - No te rayes, - siguió Lorena, - eres muy atractiva. Si te viera en un bar y no te conociera, intentaría ligar contigo.
- No sé, es que... No me esperaba esto de Carlos. - Todavía lo estaba asimilando. - Es que llevábamos dos años, joder. Y ni siquiera sabía que estábamos mal.- Dijo removiendo lo que le quedaba del café con la cucharilla.
- Los tíos son así, por eso a mí no me van.- Le dijo.- Entre nosotras nos entendemos mejor.
- Bueno, ¿y tú qué tal?
- Bien, un poco agobiada con el curro.- Le respondió.- ¿Sabes lo que deberíamos hacer? Salir.- Marina se rio.- Lo digo en serio, salir una noche y despejarnos las dos un poco.
- Sí, estaría bien.
Ese sábado salieron las dos a cenar algo y después se fueron de copas. Marina fue haciéndose a la idea de que Carlos ya no formaba parte de su vida. La tristeza se fue paulatinamente y dio paso a otros estados de ánimo: la calma, la paz, la felicidad,... Entre café y café logró superarlo.