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Llegué aquí una fría madrugada de diciembre. Los primeros libros que llegaron a mis manos me mostraron la magia de la imaginación y la belleza de las palabras. Más tarde, despertaron en mí la necesidad de plasmar éstas en nuevos relatos. La música me enseñó otra forma de ver la vida y, aunque no sé cantar, disfruto mis ratos libres escuchándola. Estas tres pasiones y disfrutar con la gente que me quiere son los pequeños placeres de mi vida. Me gusta fijarme en los pequeños detalles, ya que son los que le dan un toque personal a las cosas, e intento introducirlos en todo lo que hago, incluidos los relatos. Me gusta andar aunque no sepa a dónde voy o vaya sin rumbo fijo, creo que perderse es una buena forma de conocer otros lugares. Disfruto nadando, aunque no tenga el suficiente tiempo para ello, ni la playa muy cerca. Me considero una persona sencilla, no necesito gran cosa para ser feliz. Me gusta hacer las cosas de manera original, pero no destacar. Y estoy aquí porque necesito sacar las pequeñas ideas que pasan por mi cabeza.

jueves, 21 de abril de 2016

El calvario de Vera

Oía su respiración profunda.
"Tengo que ir al aseo" pensó Vera en mitad de la noche, "espero que no se despierte".
Se levantó con mucho cuidado y fue al aseo. Volvió de puntillas, no se había despertado.

A la mañana siguiente su marido se despertó y empezó a tocarla y a besarla. Ella se dejó hacer, no quería más moratones. Le hizo el desayuno y él se fue a trabajar después de marcarla.

- Hoy lo ha vuelto a hacer, y eso que aún no son ni las ocho de la mañana. Al menos ahora tengo unas horas de respiro. - Contaba en la radio bajo un pseudónimo.
- Hay leyes que le protegen, debería contarlo.- Le respondió la locutora, Eva.- Díganos su nombre.
- No puedo.
-¿Tienen hijos?
- Una, es muy pequeña.
- Y ¿ella lo ve?
- Sí, pero solo tiene seis meses.
- ¿Es ése el ambiente en el que quiere que crezca?
- No.
- Pues solo lo puede cambiar de una manera.

El volvió de trabajar, y siguió haciéndolo durante un par de días.
- No me gusta que me trates así. - Le repetía Vera día tras día.
- Así, ¿cómo?
- Pegándome y hablándome mal.
- Yo te trato como te mereces. - Le respondió y se durmió.

Siguió maltratándola varios días más.
- Lleva así varios meses.- Contó a la radio.
- Señora si no nos dice su nombre no la podemos ayudar.- Le recordó Eva.- He estado pensando sobre su historia y he traído a un psicólogo especialista en la materia. Está aquí escuchándola.
- Hola, soy Nico. - La saludó el psicólogo. - Estos casos siempre acaban mal, a no ser que la víctima denuncie.- Le explicó. - Tiene que llamar al 016.
- Pero tenemos una hija.- Le contó Vera.
- La niña no va a sufrir, ¿cuántos años tiene su hija?
- Seis meses.
- Ni se va a enterar. - Le explicó. - Y piense que de esta manera también la está protegiendo a ella.
- Le tengo que dejar.- Dijo ella mirando su reloj. - Llegará en una hora.

La radio cortó la emisión y los locutores se quitaron los cascos y apagaron sus micrófonos.
- Tenemos que localizar a esa mujer.- Dijo Eva.
- ¿Podemos localizar el teléfono desde aquí? - Preguntó Nico.
- No lo sé. Voy a hablar con mis compañeros.
La locutora entró en la cabina y buscó al director.
- Hay que localizar a esa mujer. - Le dijo.- No podemos dejarla así, hay que ayudarla.
- No sabemos su nombre. Sin eso no podemos hacer nada.
Nico, el psicólogo, entró también.
- Hay que hablar con la policía y localizar el teléfono. - Les dijo.
- Esperaremos a que llame y le harás  muchas preguntas.- Le indicó el director a Eva. - Así podremos entretenerla.
- Sí pero tenemos que traer a la policía antes.- Le recordó. -¿Cómo haremos que coincidan si no sabemos cuándo va a llamar?
- Hay que pensar algo. ¿A usted le importaría venir todas las noches? - Le propuso el director al psicólogo.
- No, claro que no. Esta mujer necesita ayuda.

Vera volvió a llamar la semana siguiente.
- ¿Cuántos años tiene usted?- Le preguntó Eva.
- Veintiséis.
- Y ¿cuántos años llevan casados?
- Tres.
- ¿Cuándo comienza a tratarla así? - Le preguntó Nico.
- Un poco después de que volviera del hospital, al tener a mi hija.
- ¿Cree que le tiene celos a la niña? No quiero decir con esto que sea un motivo suficiente, porque no hay nada que justifique lo que está haciendo.
- Sí, puede ser. El nunca la atiende y cuando estamos juntos, se enfada si ve que voy a cogerla.
- Yo, - les interrumpió Eva, - si me permiten, creo que debería llevarse a su hija de allí. Porque ambas están en peligro.
- No tengo ningún sitio cerca.
- ¿Tiene más familia a parte de él? - Le preguntó Nico. - Familia directa quiero decir, no política.
- Sí, mis padres, dos hermanos y ya mis sobrinos, primos y una tía.
- ¿Le ha contado a alguno de ellos lo que le pasa?
- No, es que no hablamos mucho. - Le respondió. - Y tampoco nos vemos.
- ¿Viven cerca de usted?
- No, mis padres y mi familia viven en el norte.
- ¿Desde que parte de España nos está llamando, señora?
- No puedo decírselo.
- Señora, yo me tengo que ir ya, - le dijo Nico. Eva lo miro preguntándose qué estaba haciendo. - Me gustaría volver a hablar con usted. ¿Cuándo volverá a llamar?
- La semana que viene. Seguramente el miércoles porque tiene una reunión y llegará más tarde. - Añadió refiriéndose a su marido.
- Muchas gracias. - Le respondió Nico.
- A ustedes.
Eva despidió el programa y cortaron la emisión.
- Hay que traer a la policía el miércoles. - Le indicó Nico a Eva.
- ¿Querrán venir?
- ¿Podemos ponerles los programas anteriores, para que la oigan?
- Sí, no creo que tengamos ningún problema. ¿Está seguro de que esto va a funcionar?
- No, pero no podemos hacer otra cosa.

- Hola princesa. - Le saludó su marido abrazándola por detrás esa noche, mientras ella hacía la cena. Vera empezó a temblar. - ¿Qué estás haciendo?
- Pechugas.- Le respondió con miedo.-¿Quieres otra cosa?
- No, está bien.- Le respondió aportándole el pelo de los hombros. - ¿Por qué tiemblas?
- Por nada.- Le respondió tragando saliva.
Lucía, su bebé, empezó a llorar.
- Tengo que ir a cogerla. - Le dijo ella.
- Puede esperar un poco. - Le dijo él tocándola.
Le quitó fuego a la encimera y empezó a sobar a Vera. La manoseó y la besuqueó por todos lados.
Vera intentó quitárselo de encima en todo momento, y en cuanto pudo escaparse, fue a atender a Lucía.
Esa noche, después de cenar, intentó mantener relaciones con ella. Acabó violándola y pegándole más.

- Anoche...-Le confesó a Eva, la locutora, casi sin fuerzas.
- ¿Se encuentra bien? - Le preguntó Eva preocupada.
- Me cuesta... respirar... desde anoche.- Le confesó.-Me...pegó...mucho.
- ¿Cómo se llama?- Le preguntó seria.
- Vera.
- Vera...Tiene que dar parte a las autoridades. - Le dijo. - Mire vamos a hacer una cosa, usted dígame dónde vive,  yo denuncio. Pero dígame dónde vive para que la policía pueda ir a comprobarlo.- Le propuso. - ¿Está usted ahí, Vera?
- Sí.
- Queridos oyentes vamos a finalizar la emisión de esta noche, porque es importante que esto lo hagamos en privado.- Anunció Eva haciéndole una señal a su equipo. El equipo cortó la emisión pero no la llamada. - Vera ya no estamos en directo, - le informó Eva,- ahora solo te oímos el equipo de la radio, Nico - el psicólogo -  y yo. ¿Dónde vives, Vera?
Ella les dijo su dirección completa.
- Está bien, vamos a hacer una cosa. Tiene que ir a la policía a denunciar, nosotros le mandaremos un taxi con uno de nuestros compañeros para acompañarla.
- ¿Y mi hija?
- Llévesela con usted. - Le indicó Nico.
Eva llamó a un taxi y lo mandó a su puerta.
El taxista llamó a Eva al llegar y le dijo que había aparcado justo debajo.
- Vera, ¿sigues ahí?
- Sí.
- Coge tus cosas y a tu hija y baja, te espera un taxi en la puerta.
Vera le hizo caso y bajó rápidamente.
Vio el taxi y entró. Dentro había un hombre.
- Hola, usted debe ser Vera.- Le saludó el hombre.
- Sí.
- Yo soy un compañero de la radio de Eva, me llamo Dani. - Le dijo tendiéndole la mano.- Me ha enviado ella, conozco su caso.-Le informó. - He venido para ayudarlas.
- Gracias.- Le respondió.
- ¿Dónde les llevo?- Preguntó el taxista.
Vera no supo qué decir, y Dani le dio la dirección de la radio.

Al llegar fueron al estudio de Eva y la encontraron con Nico.
- Eva - la llamó Dani al verla, ella se giró. - Ésta es Vera.
Eva y Nico se acercaron a ella, Vera estaba asustada.
- Hola Vera, hemos hablado mucho por teléfono. - La saludó Eva. - Éste es Nico, ya lo conoces.
- Me alegra mucho conocerla en persona.- Le dijo Nico.
- A mí también. - Le dijo Vera aliviada. - Muchas  gracias por todo.
- Ésta debe de ser su hija.- Dijo Nico mirando el carricoche.
- Sí, ésta es Lucía.
- ¿Le ha tratado bien Dani?
- Sí, mucho.
- Vera,  hemos traído a la policía nacional, más en concreto al personal de atención a la mujer maltratada.- Le explicó Eva. - Esto no va a salir, les vamos a dejar una sala para hablar pero sin micros ni nada.
- Nada de esto saldrá por la radio.- Le aseguró Nico.
- ¿Puede entrar mi hija conmigo?
- Sí, por supuesto. - Le respondió Eva.

Todos entraron en el estudio.
- ¿Quiere algo? ¿Agua, un té,...? - Le ofreció.
- Agua, por favor.- Les pidió.
- Éstos son los agentes Elena y Manuel, van a llevar su caso.
- Hola.- Los saludó.
- Hola.- Le respondió Manuel.
- Vera, ¿cuánto tiempo lleva aguantando esto?- Le preguntó Elena.
-  Seis meses.
- Y ¿no se lo ha contado a nadie?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque si lo cuento le hará daño a mi hija, y eso no puedo permitirlo. - Le explicó. - Y yo no trabajo, ¿cómo la voy a mantener?
- Si denuncia no dejaremos que se acerque ni a usted ni a la niña. Y le daremos recursos, no se preocupe. - Le explicó Elena animándola.
- ¿ Y si se enfada?
- No vamos a dejar que se acerque a ninguna de las dos.
- Pero, ¿dónde vamos a vivir?
- No se preocupe, si no tiene a dónde ir le proporcionaremos un piso de protección oficial. - Le respondió Elena.- Tenemos que ir a comisaría, aquí no puede declarar.

Elena, Manuel, Vera y Lucía llegaron a comisaría y se sentaron en un despacho. Vera relató toda su historia frente a los policías y un psicólogo. Dos agentes detuvieron a su marido y ella se quedó con la custodia de Lucía.

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