"Enamorarás con palabras y no hay escudo que pueda proteger contra eso"
Hasta que el viento te devuelva la sonrisa, Alexandra Roma, ed. Neo, 2017.¿Qué significa esta frase? Muchas veces nos fijamos en un físico, en una sonrisa, en la ropa, en las amistades que le rodean,... Pero, ¿es eso lo más importante? ¿Es lo más importante ir a la moda, tener buen cuerpo o tener popularidad?¿O es preferible ser una persona poco conocida, con ropa de los 90s,...pero con una bella personalidad?
Vivimos en una sociedad que se fija en más en un físico, en un estereotipo, en un canon de belleza,... y a veces olvidamos que la verdadera belleza, la más importante, está en el interior. Y no, no es solo una frase de película, de cuento Disney, de ficción; en realidad es una de las frases más auténticas, más ciertas, y no se le suele hacer mucho caso.
¿Por qué elegir al chico malo de la película, al guaperas de turno, cuando tienes al chico con gafas y aparato que siempre está ahí cuando lo necesitas, que te apoya y te consuela, que te mira como si fueras la única mujer en el mundo, que sonríe solo con verte o que busca cualquier excusa para mantener una simple conversación contigo, o darte unos simples "buenos días"? ¿Por qué elegir a la reina del baile, superficial y que marca tendencia, a la que casi todas envidian y quieren imitar, la más bella, la más popular, de amistad selectiva y valores superficiales, cuando puedes elegir a aquella chica que se sienta en segunda fila, que siempre va cargada de libros, la que va siempre con una cola recogida, lleva un boli en su bolso y se pasa las noches perdida entre libros y tazas de café?
Tal vez el chico malo te deje tirada cuando llegue la reina del baile, o te haga una de esas jugarretas a las que está acostumbrado. Tal vez el guaperas de turno use sus suaves manos y su cuerpo atlético para "hacer deporte" con otras,... y, sin embargo, el ratón de biblioteca con gafas sólo usará sus manos para pasar las páginas de los libros, y rozar las tuyas. Tal vez pase más tiempo mirándote con sus gafitas de culo de vaso, teniendo pequeños detalles contigo, haciéndote café cuando tengas un examen importante y tengas que pasarte la noche anterior despierta, estudiando; en vez de cerrar tus libros y sacarte a bailar, o darte una clase de anatomía aplicada.
¿Sabes qué? Las películas de Disney se basaron en cuentos, y eso es lo que nos contaron: solo cuentos. Los verdaderos príncipes no viven en castillos, no siempre son guapos, no llevan espadas, ni luchan contra dragones, ni vienen a lomos de un caballo blanco. A veces los verdaderos príncipes son hombres normales, sin abdominales marcados ni brazos tan atléticos que parece que van a romper sus camisetas, solo con abrirlos. Los verdaderos príncipes son aquellos hombres que pasan desapercibidos y ayudan a sus abuelas a llevar las bolsas de la compra, que lavan la ropa, sacan al perro y van a por los niños al colegio.
¿Y las princesas? Las princesas ya no son delicadas ni llevan vestidos y tacones, ni siquiera buscan ser "princesas" o "reinas", son mujeres. Ya no esperan a los fortachones que luchan contra dragones, o que rompen piedras, algunas buscamos a alguien que sepa mantener una conversación que no sea sólo sobre fútbol o cualquier otro deporte. Ya no buscan a alguien que les cuelgue los cuadros o les pinte la habitación, es más interesante alguien que les seduzca con una buena conversación, alguien que les ayude a crecer como persona y que, conocerle, llegar hasta él, sea un desafío intelectual.
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