Tú, pequeña plumita que vuelas en solitario. Te miras al espejo y crees ver allí todo un pavo irlandés. Tu cuerpo es como una pequeña ramita mecida por el viento, caída de un árbol. Sin embargo, tú lo ves como un tronco muy ancho, y te empeñas en no alimentarlo. Pequeña ramita, si supieras que el viento te puede lanzar muy lejos y nunca traerte de vuelta, si vieras cómo te hacen falta las hojitas que has ido perdiendo y que ya no hacen visible tu arbolito. Tu crees que tus hojitas te hacen parecer un tronco demasiado grueso y ancho, y te empeñas en tallarlo como una pieza de juguete. Quieres tener el contorno de una varita mágica pensando que así te verás más bonita, y no es así ramita. Naciste para ser tronco y como tronco has de caer. No debes quedarte en rama ni desechar tus hojitas, porque forman parte de ti, aunque no lo veas ramita, no te hacen menos bonita.
Eres un árbol como todos los demás, no menos válida, y no te sobran los anillos en tu interior. Es tontería dejar tanta agua y sales minerales que tan bien te hacen, por perder unos centímetros de tu contorno. No hagas eso ramita, cambia de espejo, alarga tus raíces, llena tu tronco de nutrientes, y sobre todo de amor que tan bien te hace. Puedes hacerlo ramita, puedes volver a ser un tronco. Un tronco bonito y hermoso. Los anillos de tu tronco eran bonitos, y nunca debieron desaparecer, aún estás a tiempo de recuperarlos. Solo debes deshacerte de la lámina metálica que te confunde con sus números. Tu crees que a menor número más bonita y mejor te ves, y no es así ramita. Cuanto menos marque la lámina más lejos estarás de ser el árbol que fuiste y que debes volver a ser.
Vuelve a ser tronco ramita, alarga tus raíces, rebózalas en la tierra hasta humedecerlas en el subsuelo. Busca los minerales y el agua que tanto te faltan y tómalos en grandes cantidades para volver a ser el hermoso árbol que un día fuiste. Debes volver a ser el tronco fuerte que resistió frente a viento y tormenta. No dejes que las revistas y programas de televisión te confundan. Ser ramita no te hace ser más atractiva, ni aceptada por la sociedad. No te obsesiones con tu imagen y peso, no le declares la guerra a la comida. Ella no es tu enemiga, al contrario, es lo que hace que sigas aquí con nosotros. No la destierres ramita, la necesitas para volver a ser lo que eras.
Lo que ves en el espejo no se corresponde con la realidad. Necesitas alimentarte, fortalecer tu árbol. Coger energía para vivir. Solo así recuperarás tus hojitas, y créeme cuando te digo que te sentirás mejor. Tu percepción de la belleza y de tu propio cuerpo está distorsionada y debes enderezarla. No hagas caso a la lámina metálica que se ha metido en tu cabeza y te ha hecho creer que solo su juicio es válido. Debes escuchar al bosque al que perteneces. Todos coincidimos en que debes volver a ser el árbol que eras, recuperar tu hermoso tronco.
No debes ser la pequeña plumita que vuela en solitario. Piensa que hay árboles y pajaritos a tu alrededor que te queremos y deseamos que vuelvas a ser el hermoso árbol que eras, y ver por fin cómo retomas tu vuelo mientras cantas, pajarillo.
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