El día que te fuiste te olvidaste muchas cosas. Te fuiste en silencio sin decir nada, sin despedirte. No me dejaste una nota ni me pediste que regara las plantas. Fue como si hubieses querido borrar tu paso por mi vida, por mi habitación, por mi cama y por mí misma.
La noche anterior me habías besado como nunca y me habías hecho el amor. Me habías dejado tu huella en cada milímetro de mi cuerpo, y tu olor en cada pliegue de mis sábanas. Me hiciste sentir como nunca, como nadie. Me descubriste sensaciones que nunca había tenido, me enseñaste a conjugar verbos nuevos (como amar, disfrutar,...) y vocabulario (como ganas de verte, comerte la boca,...). Me habías dejado exhausta y completa. Llenaste un vacío que ni si quiera sabía que existía. Creí estar completa hasta que llegaste. Pero duró poco porque al despertar ya no estabas, aunque te dejaste muchas cosas.
Te dejaste las ganas de más, las carcajadas a medias, las cosquillas a media tarde y el cigarrillo de después. De hecho aún guardo el paquete que no empezaste. Cada vez que lo veo me entran ganas de encenderme uno pero lo pienso y es como si te fumase a ti, porque para mí te representa. Me recuerda esos buenos momentos que pasamos juntos, ésos que solo recordamos tu y yo. Me recuerda a nuestras miradas llenas de complicidad, a nosotros, a nuestra intimidad.
Te dejaste tu tarro de café, lo digo porque el mío es descafeinado y el tuyo no. No he encontrado a nadie que le guste así, así que... No creo que se vaya a agotar. Te dejaste tu taza favorita y la lista de la compra a medio hacer. Iba a terminarla pero sabes que me encanta tu letra y no quería añadir nada que tu no escribieras. Aún la tengo en el frigo cogida con el imán que compramos en Nueva York. Y en cuanto a la taza, no me llames cochina pero la guardé sin lavar porque sé lo mucho que te gustaba mirar los posos del café al acabar.
Te dejaste la sudadera gris, mi favorita. Ahora la uso cada vez que vagueo en casa. Los días de lluvia me hago chocolate caliente y me siento en mi sillón con tu sudadera puesta. Me recuerda a ti y aún está impregnada con tu aroma. Mi olor favorito. Me recuerda a cuando te sentabas en el sofá y yo me acurrucaba entre tus brazos mientras veíamos una peli.
El día que te fuiste me dejaste también muchas preguntas: ¿qué salió mal? ¿En qué momento cambió todo? ¿Cometimos algún error en concreto o simplemente lo descuidamos? Sé que ha pasado tiempo pero a veces lo pienso y no sé qué falló. Te dejaste tantas cosas que aún parece que vayas a volver. A veces estoy sola en casa y oigo ruidos, y me parece oír tus llaves encajando en la cerradura, pero no es verdad. Es solo un recuerdo que deambula por mi mente y aparece de vez en cuando.
He pensado en meter tus cosas en una caja. Una de ésas de cartón que se usan en las mudanzas. Lo he pensado varias veces pero me da pereza levantarme a por ella. Aunque creo que si las quisieras ya me habrías llamado, o te hubieses pasado por mi casa o algo. También me da pereza llamarte, por eso te escribo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario