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Llegué aquí una fría madrugada de diciembre. Los primeros libros que llegaron a mis manos me mostraron la magia de la imaginación y la belleza de las palabras. Más tarde, despertaron en mí la necesidad de plasmar éstas en nuevos relatos. La música me enseñó otra forma de ver la vida y, aunque no sé cantar, disfruto mis ratos libres escuchándola. Estas tres pasiones y disfrutar con la gente que me quiere son los pequeños placeres de mi vida. Me gusta fijarme en los pequeños detalles, ya que son los que le dan un toque personal a las cosas, e intento introducirlos en todo lo que hago, incluidos los relatos. Me gusta andar aunque no sepa a dónde voy o vaya sin rumbo fijo, creo que perderse es una buena forma de conocer otros lugares. Disfruto nadando, aunque no tenga el suficiente tiempo para ello, ni la playa muy cerca. Me considero una persona sencilla, no necesito gran cosa para ser feliz. Me gusta hacer las cosas de manera original, pero no destacar. Y estoy aquí porque necesito sacar las pequeñas ideas que pasan por mi cabeza.

viernes, 31 de agosto de 2018

Carta de un cobarde

No merecía tu aprecio, lo sé. Sé que no me porté bien contigo, que fui un cobarde. Podría decirte que me entró miedo, que se me fue la cabeza, que olvidé nuestros planes. Podría decirte que pensé en dejarlo para más adelante, porque en ese momento estaba ocupada con otras cosas. Mis cosas. "Mis" y no "nuestras", y sé que debí ocuparme de ambas al mismo tiempo, pero no pude. Las circunstancias me superaron y no supe ver el "nosotros", solo veía el "yo" y el "mí". Y cuando me di cuenta, cuando intenté retomar el "nosotros", tu ya no estabas y solo estaba el "yo".

Lo siento. Te lo digo y te lo repetiría una y mil veces, aunque supongo que estas palabras llegan demasiado tarde. Ahora me doy cuenta de que nos faltó una conversación para explicártelo todo, ahora sé que es tarde. Podría echarles la culpa al tiempo y las circunstancias que nos rodeaban por aquel entonces. Podría ponerte mil excusas, pero me estaría engañando, y lo peor: te estaría engañando a ti. Por eso te reconozco que la culpa fue mía, por poner mil cosas entre tu y yo. Por ser cobarde y no querer afrontar la realidad. Y te pido perdón. Por fallarte, por no estar ahí cuando me necesitabas, por mirar hacia otro lado y no hacia adelante. Sé que no supe estar a la altura de las circunstancias. Me acobardé, me sentí pequeña y no supe reaccionar. 

Me olvidé de ti, me olvidé de mirar a mi alrededor y de decirte lo mucho que te quería. Quise ser fuerte y levanté muchas piedras, pero a la hora de dejarlas no presté atención y las puse entre los dos. Separando así nuestros caminos. Me centré en mí y no supe quererte, o al menos demostrártelo. Fui egoísta, lo sé, y por eso te pido perdón. Reconozco también que me centré tanto en mí que descuidé nuestra relación. Mientras tu te esforzabas en recrear la magia, en avivar la llama y pasar más tiempo juntos, yo me sumergía en mis propios pensamientos, olvidándome así del "nosotros". No supe compaginar el "yo" y el "nosotros", desequilibré la balanza. Y mientras tú me esperabas con la mesa puesta (velas incluidas), yo iba al McAuto a por un menú individual. 

Fui cobarde, y cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo ya era tarde. Era tan tarde que ni siquiera me atreví a llamarte para darte explicaciones. Dicen que con el tiempo las aguas se calman, y eso hice yo, dejar pasar el tiempo. Pero se me olvidó poner la alarma en el móvil, y pasó tanto tiempo que nos alejamos, nos perdimos, y se me olvidó pedirte perdón. Y es por eso que te lo pido ahora, que te pido perdón. Por fallarte, por no pensar en el "nosotros", y solo pensar en el "yo".

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