Datos personales

Mi foto
Llegué aquí una fría madrugada de diciembre. Los primeros libros que llegaron a mis manos me mostraron la magia de la imaginación y la belleza de las palabras. Más tarde, despertaron en mí la necesidad de plasmar éstas en nuevos relatos. La música me enseñó otra forma de ver la vida y, aunque no sé cantar, disfruto mis ratos libres escuchándola. Estas tres pasiones y disfrutar con la gente que me quiere son los pequeños placeres de mi vida. Me gusta fijarme en los pequeños detalles, ya que son los que le dan un toque personal a las cosas, e intento introducirlos en todo lo que hago, incluidos los relatos. Me gusta andar aunque no sepa a dónde voy o vaya sin rumbo fijo, creo que perderse es una buena forma de conocer otros lugares. Disfruto nadando, aunque no tenga el suficiente tiempo para ello, ni la playa muy cerca. Me considero una persona sencilla, no necesito gran cosa para ser feliz. Me gusta hacer las cosas de manera original, pero no destacar. Y estoy aquí porque necesito sacar las pequeñas ideas que pasan por mi cabeza.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Bella cual camella

Era una noche bonita, la más bonita de todas. La luna estaba en lo alto bañando con luz tenue toda la escena. Radiante se reflejaba en el caldo, mientras ellas le daban forma.
- Le falta sal.
- Aquí tienes un poco de salero.- Respondió Astucia con un paquete de dos kilos. Lo volcó entero y añadió dos tazas.
- Alaaa.
- Me he quedado corta, ¿verdad? - Preguntó añadiendo más.
- No, no, no, no, no. Para, - le ordenó Dulzura - también será dulce - añadió volcando su taza.
- E inteligente, - agregó Erudición con una olla en la mano - será muy inteligente.
- Y tendrá un gran corazón. Sabrá pensar en los demás y empatizar con ellos. - Aportó Amabilidad echando dos pozales dentro.
- Será humilde. Grande pero humilde.- Dijo Humildad volcando un par de ollas.
- Y capaz de hacer todo lo que se proponga, sacando tiempo de donde no hay.- Afirmó Perseverancia echando un saco.
- Para ello tendrá que ser organizada.- Añadió Tiempo echando una agenda a la pócima.
- Y ahorradora.- Dijo Economía dando forma a una cochina de plata.
- Y tendrá mucho estilo.- Aportó Chulería levantándose de su silla. Se acercó a la pócima, chasqueó dos dedos y echó un par de secadores dentro.
- Será valiente. - Sentenció Osadía.- Capaz de empezar de cero y levantar un imperio.
- Y responsable, - añadió Sensatez - tendrá que aprender las reglas del juego.
- Bueno sí, pero solo para romperlas como una artista. - Sentenció Locura con acento argentino. Miró la olla y dijo:- Creo que me necesitará mucho. - Echó cinco sacos.
- ¿Qué haces? - Preguntó Cordura indignada.
- Me necesitará para montar su comercio. Hoy en día, acá en España, es un locura montar un comercio.- Añadió. - Ché, Alegría, qué bueno que viniste. - La saludó.
- ¿A ésta quién la ha invitado?- Preguntó Chulería.
- Hola, he sido yo. - Respondió Alegría.
- Alegría, ¿has invitado a Locura a formar parte de ella?
- Sí, - respondió Locura- acá estoy yo, y formaré parte de ella con todas ustedes.
- Ya, bueno...Esto...Será española, no argentina, está decidido. - Sentenció Cordura.
- Sí, pero también le agradará platicar en argentino. Estará rebárbara y será relinda. - Añadió. - Todo el mundo la mirará al pasar.
- Eso de "relinda" será cosa mía. - Dijo Belleza.- Le voy a dar un pelazo rubio y unos ojos castaños,...Os vais a morir de envidia. Será bella cual camella. - Advirtió añadiendo el secreto de la belleza.
- Vamos a ver - dijo Cordura levantando ambas manos,- tu y yo no podemos estar en ella.
- Yo me quedo, boluda.- Le dijo Locura.
- A mí me necesita más que a ti.- Argumentó Cordura.- Va a llevar un negocio.
- Yo no pienso irme, si querés podés compartir piso conmigo, - le propuso Locura - y si no, andáte, pero yo me quedo acá.
- A ver, seamos sensatas - dijo Sensatez- , hay sitio para las dos. Solo tendréis que aprender a llevaros bien. ¿Podréis hacerlo por ella?
Cordura y Locura se miraron, y comprendieron que lo mejor para ella era llegar a un equilibrio, un punto intermedio entre ambas.
- Sí.- Admitió Locura.- Te dejaré llevar las riendas de vez en cuando. - Le dijo a Cordura.
- Creo que podremos llegar a un acuerdo.

Y así, juntando un pedacito de todas ellas: Astucia, Dulzura, Erudición, Amabilidad, Humildad, Perseverancia, Tiempo, Economía, Chulería, Osadía, Sensatez, Locura, Cordura, Alegría y Belleza dieron lugar a la más bella entre todas las camellas.
Su madre la llamó Eliana, el resto de sus conocidos (grandes privilegiados) la llamamos Eli.

jueves, 22 de agosto de 2019

Simbiosis

Mis pies hundidos en la arena, mis dedos jugando con cada uno de sus granos. Están fríos, la noche dejó su rocío sobre ellos, y ahora mis pies, al entrar en contacto con ellos, descienden a su misma temperatura. Mis dedos se hunden en ellos y a veces levantan montoncitos como pequeños superhéroes. La playa es inmensa y cuesta creer que está compuesta solo por estos granitos tan pequeños. Uno tras otro se amontonan haciéndole frente al mar, marcando su territorio y poniéndole fronteras. Yo paseo por ellas, aunque no las llamo "fronteras", las llamo "orillas". Son suaves y compactas, el mar unió sus granos a modo de pasta. Los conectó entre sí para que ejercieran una única función: acariciarlo.

El mar está en calma, y eso es lo que me transmite. Tiene unas aguas cristalinas y saladas, puedo oír cómo las olas llegan suavemente a la orilla. Parte del agua se funde en la arena, y la otra parte regresa al mar. Un poquito de esas gotas se queda para siempre junto a la arena, formando parte de ella. Intercambian caricias, y cada uno se queda con algo del otro. Forman parte de una simbiosis perfecta. Nada puede salir mal, ambos se necesitan porque no habría orilla sin mar, ni playa sin orilla.

El mar es agua salada que cubre tres cuartas partes de la tierra (eso pone en el diccionario), pero para mí, en ese momento, es calma, tranquilidad, paz,... No sé si alguna vez habéis sentido la necesidad de estar en un sitio físico, y no me refiero a cuando quieres ir a una fiesta y no puedes, o cuando tus padres no te dejan ir a la discoteca de moda a la que van tus amigos esa noche. Me refiero a cuando tienes un mal día o necesitas desconectar, y automáticamente sabes que para ello tienes que estar en un sitio en concreto. A mí me pasó. Tuve un mal día en el trabajo (hace unas semanas) e, inconscientemente, pensé en el mar. Supe que necesitaba el mar.

Es mágico, y a lo mejor la gente que viva lejos o no suela ir con frecuencia a la playa, no lo entiende. El mar tiene la habilidad de dar paz y sosiego. Cuando entras en él (siempre que no esté revuelto), la tranquilidad de las olas y el ritmo al que van, te hacen sentir así. Tu ritmo cardíaco se adapta al que lleva el mar en ese momento, y te relajas. No importa lo que tengas que hacer después, la propia agua salada se encarga de restarle importancia en ese preciso instante. El mar sana, tranquiliza, y aunque pique, a veces cura heridas.

El mar en calma, la arena fría y el atardecer acechando. El sol se va yendo y solo se oye el mar. Su espuma salada tiñe la arena al acariciarla, se funden en un abrazo. Poco a poco el agua se va integrando en ella, formando así parte de su encanto. Se adentra entre sus pequeños granitos, instalándose en sus entrañas. Y juntas crean ese equilibrio perfecto, esa simbiosis, que transmite calma y tranquilidad, ese paraíso llamado playa.

miércoles, 19 de junio de 2019

Vacía

Sin nada, sin nadie. Vacío. Se había esfumado. Abrió los ojos, miró a su alrededor y vio cómo el jarrón de la entrada estaba acostado sobre el mueble, el agua caía en cascada desde él, y las flores que antes lucían hermosas en su interior ahora estaban marchitas en el suelo. No se había caído sólo. Le había dado pequeños toquecitos cada vez que pasaba por allí. Pequeños toquecitos que apenas se apreciaban, o al menos no a simple vista, pero que si te fijabas, si te parabas a mirarlo detenidamente, se veían.

Tampoco se oía nada. La casa estaba vacía, ya no se oían gritos, ni risas, ni llantos, ni "buenos días". No había música de fondo ni voces cantando. Era como las casas de verano en invierno. Cuando llega el verano, te vas a la playa y pasas unos meses allí rodeado de gente, risas, fiestas,... Sales todos los días con tus amigos, comes con toda tu familia allí al medio día y ves a todas esas personas a las que sólo ves en verano. Y de repente vas en invierno, y ves que ya nada es como antes. Los muebles llevan una sábana blanca encima que los aísla del polvo, los cajones y armarios están vacíos, y ya no suena ninguna música.

Recorrió la casa en silencio. Mirando habitación por habitación, esquina por esquina. Parecía que estaba buscando algo, pero no era así. Solo observaba cada habitación, los detalles casi imperceptibles como: el desconchado del gotelé de la columna de su cuarto, el agujero que dejó el panel de corcho en la pared, el sitio donde estaba el mueble que guardaba sus objetos personales más preciados e importantes, las rayitas en la pared que marcaban su altura y edad, el rincón donde pasaba sus tardes,... Pasó al comedor donde habían tenido lugar tantas cenas, comidas, reuniones familiares, cumpleaños,... Había tantos recuerdos felices entre esas cuatro paredes, tantos como el número de recuerdos tristes. La habitación que había visto sus mejores momentos, sus buenas acciones, sus carcajadas más sinceras, sus anécdotas más divertidas...El aseo en el que se había maquillado tantas veces antes de salir de fiesta, en el que había tenido tantas confesiones con sus amigas más íntimas, o sus charlas triviales con sus hermanas mientras se duchaban al subir de la playa. La cocina donde aprendió a hacer sus primeros platos, la encimera donde hacía los bocadillos que merendaba en la playa,...Cada habitación y cada esquina tenía una historia, o parte de ella, digna de contar.

Había visto también sus hazañas más oscuras, sus mayores errores, y su cobardía en todo su esplendor. Era triste, era muy triste ver cómo el lugar que en un principio solo guardaba cosas buenas, se había convertido en un sótano con sus más graves pecados. "Si estas paredes hablaran" pensó. Ése había sido su sitio, el sitio donde había pasado por tantas cosas... Pero ya no lo era. Ahora se presentaba como un sitio extraño en el que ella ya no tenía cabida. Era una extraña. Una extraña en un lugar que le había parecido tan suyo, casi como si de un hogar se tratase. Se había acabado todo. Había acabado hacía ya mucho tiempo, pero no había querido reconocerlo. Esa casa cerró sus puertas hacía ya mucho, y ella no había hecho más que pasar por delante esperando que se volvieran a abrir milagrosamente.

No quedaba nada. Todo aquello que un día hizo, que un día tuvo sentido, ahora ya no lo tenía. En realidad hacía tiempo que había dejado de importar, si algún día lo hizo, pero fue en ese preciso instante cuando todo lo que ya sabía y pensaba se hizo tangible. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que esa casa pertenecía a otro tiempo, y ya no podía volver por allí. Así que echó la llave y la dejó en algún lugar descuidada.

viernes, 8 de marzo de 2019

8 M: Mujeres

Las agresiones sexuales con penetración cometidas en España aumentaron un 22,7% durante 2018: llegando a las 1.702 violaciones el año pasado, superando las del año 2017 (1.387). Aumentaron, también, otros delitos de naturaleza sexual, llegando a los 12.109. Según las estadísticas se denuncia una violación cada cinco horas en España, y sin embargo, se cree que no todas las violaciones son denunciadas, es decir, que podrían producirse más. A pesar del aumento de estas denuncias, la cifra no deja de crecer, y no es algo que acobarde o haga reflexionar a los hombres. En lo que llevamos del año 2019 (apenas tres meses) han habido 5 violaciones y 4 agresiones sexuales.

Está claro que las violaciones y abusos sexuales son una de las lacras y formas de violencia que se ejercen hoy día sobre las mujeres del s.XXI, y digo "formas de violencia" porque, por desgracia, hay muchos más actos y situaciones en los que aflora la discriminación y desigualdad contra la mujer del siglo XXI en países desarrollados, como España. Según datos del INE de julio de 2018, en España
hay 23.818.952 mujeres y 22.914.086 hombres, ¿cómo puede ser que habiendo tanta gente, tanta diferencia y siendo mayoría, las mujeres aún sigamos sufriendo desigualdad?¿Qué está fallando para que haya asesinatos machistas, desigualdad salarial, violaciones a mujeres,...?¿Qué estamos haciendo mal para que estas cosas, a pesar de que cada vez se denuncien más, sigan ocurriendo? Las violaciones aumentan y nadie hace nada por evitarlo, de hecho prefieren culpabilizar a la víctima (las que sobreviven y se atreven a contarlo) antes que preguntarle al violador por qué lo ha hecho. Es más, prefieren decirnos a nosotras que vayamos con cuidado y/o denunciemos estos actos, antes que meterles a ellos en la cabeza que no deben dar lugar a esto. Son ellos los que no deben tocarnos sin nuestro consentimiento, sois vosotros los que tenéis que respetarnos a nosotras y dejar de violarnos y matarnos. No tenemos que reñirle a la víctima, tenemos que concienciar al violador (o posible violador) de que NO debe VIOLAR a las mujeres u obligarlas a hacer algo que no quieran. Además, no puede ser que estemos animando a las víctimas a denunciarlo, y en cuanto alguna denuncia nos la comamos o directamente cuestionemos su testimonio, ropa, actitud,... Como si intentaramos justificar la agresión. Cuando denuncia una menor todos lo tenemos muy claro, pero cuando denuncia alguna adulta en vez de apoyarla intentamos "comprender" al violador, porque oye, a lo mejor ella se le insinuó y con una sola mirada lo quiso seducir, cuando ni siquiera lo estaba mirando a él (nótese mi ironía). Y ya que "le miró" o "le provocó para que la violara" igual también lo hizo para que le pegase ¿no? En España 11 mujeres han sido asesinadas, siete de ellas por sus propias parejas, en lo que llevamos de año (apenas tres meses). Las víctimas tenían entre 17-95 años. 

Sin embargo, desde que hay cifras oficiales (2003), se han producido 982 asesinatos de carácter machista. Y aunque actualmente hay medios y formas para denunciar este tipo de maltrato, pocas son las que interponen una denuncia, y de las que lo hacen, algunas acaban quitándola, antes de que llegue a algo. Algo estaremos haciendo mal para que, de las pocas que se atreven a contarlo, algunas acaben retirando la denuncia ¿no? Solo el año pasado 40.718 mujeres fueron víctimas de violencia de género. Se solicitaron 10.257 órdenes de alejamiento, de las cuales se concedieron 6.966, y hubo 4.378 medidas de protección para mujeres y menores de edad.

Otro gran problema al que se enfrenta el género femenino es la brecha salarial que existe en nuestro país, que se sitúa en torno al 23% , tasa que aumenta en la jubilación (según la U.E.). Este porcentaje se aplica también a la diferencia de complementos salariales a ambos sexos. La ONU asegura que si las mujeres pudieran participar en la economía en  igualdad con los hombres, el PIB mundial aumentaría un 26%. Reconoce que las mujeres trabajan con peores condiciones laborales (a tiempo parcial, con contratos temporales, en actividades peor remuneradas,...), la tasa de paro es más elevada y están más tiempo fuera del mercado laboral ya que los embarazos las apartan temporalmente del trabajo productivo.

Muy ligado a esto se encuentran los roles de género, ya que ellas ocupan más trabajos relacionados con el cuidado y la relaciones personales, y ellos los puestos técnicos y altos cargos de las empresas. Los roles de género son las actitudes, gestos, aficiones, intereses,...que asignamos a cada género, es decir, a chicas y chicos. Además es algo que los niños y niñas empiezan a interiorizar muy pronto ya que, desde pequeños y pequeñas, con nuestras actitudes hacia ambos sexos y hacia el mundo, se dan cuenta de que no esperamos lo mismo de un niño que de una niña, y esto es así. 
Mientras que el niño es un campeón que se mancha "porque es un niño", la niña se mancha "porque es una descuidada", cuando al niño le regalamos un balón y no dejamos que juegue con muñecas porque "eso es de niñas" le estamos diciendo que el cuidado de los hijos es exclusivamente responsabilidad de la mujer, y a la niña que las mujeres no pueden realizar deportes profesionalmente. Cuando solo le regalamos la cocinita a la niña, le estamos diciendo que la cocina (y el resto de tareas domésticas) es cosa de mujeres, cuando le regalamos el coche solo al niño le estamos diciendo que solo los hombres pueden conducir profesionalmente. Les decimos que son iguales pero no esperamos lo mismo ni les damos las mismas oportunidades en cuanto a juegos y actitudes, y eso, aunque parezca una tontería, es la base de todo. Si un niño (chico) no puede jugar con muñecas, ¿por qué iba un padre (chico) a cambiar los pañales de su bebé? Si una niña (chica) no puede jugar con un balón, ¿cómo vamos a conseguir que un estadio respete a una árbitra (chica) y no se repita lo que pasó en el partido entre el San Cristóbal y el Llagostera el pasado 1 de noviembre? O que el fútbol femenino (o cualquier otro deporte femenino) tenga la misma proyección y visibilidad que el masculino. 

Si cuando tenemos un menor o una persona mayor dependiente y no podemos atenderle, buscamos siempre una niñera o una mujer (chica) que le cuide y/o se ocupe de ayudarle con las tareas domésticas, ¿cómo vamos a esperar que los hombres de hoy, del mañana, se ocupen también de nuestros mayores y de sus propios hijos/as? Tenemos que dejar de ver a la mujer como cuidadora o única cuidadora, y hacer que los padres, hijos, nietos, parejas, compañeros,...Empiecen a compartir tareas y responsabilidades, empiecen a ser realmente nuestros compañeros y a "colaborar" en vez de "ayudarnos", porque cuando colaboras haces algo que también es responsabilidad tuya, es tu obligación, pero cuando ayudas estás aliviando a alguien con una tarea que ni te va ni te viene. Hay que empezar a cambiar ese concepto. Mamá, por ejemplo, hace las tareas de casa y papá la ayuda, NO, en realidad no. Mamá y papá colaboran en las tareas de la casa, porque mamá y papá viven en la misma casa. Eso es lo que tenemos que ver y lo que tenemos que enseñar a las niñas y niños de hoy. Los roles de género se pueden cambiar, los roles de género se han de cambiar, para que el día de mañana ambos sexos tengamos los mismos derechos y oportunidades. Y para cambiar esto se debe cambiar, sobre todo, el lenguaje. Porque no podemos ser iguales cuando "puto y puta" no significa lo mismo, cuando "zorro y zorra" no son el mismo animal, cuando el que se acuesta con diez chicas en un año es "el puto amo" y la que se acuesta con diez chicos es solo "la puta". No podemos ser iguales cuando yo tengo que llamar a mi amiga a las 2 de la mañana al volver de fiesta a mi casa para que sepa que sigo viva y no me han violado, y tu puedes salir cuándo y por dónde quieras sin peligro/miedo de que te violen por ser hombre. No podemos ser iguales cuando al realizar ciertos actos o tomar X decisiones (como no querer tener hijos, no depilarnos, ir solos por la calle de noche, vestir con una ropa u otra, tomar alcohol,...) culpabilizan o están mal vistos cuando los hace una mujer, y nadie los juzga si los hace un hombre.

La igualdad real tiene que empezar YA, en casa y desde que somos niñas y niños. Tiene que empezar dejando que ambos jueguen con lo que quieran, compartan las mismas tareas en casa, los (nos) concienciemos de que cada uno/a es responsable de sus actos, que un mismo acto tiene las mismas consecuencias tanto para un hombre como para una mujer, que debe respetar a los demás (sus decisiones, sus cuerpos, sus gustos), y les (nos) permitamos ser lo que quieran (queramos).

sábado, 26 de enero de 2019

Pequeña ramita

Tú, pequeña plumita que vuelas en solitario. Te miras al espejo y crees ver allí todo un pavo irlandés. Tu cuerpo es como una pequeña ramita mecida por el viento, caída de un árbol. Sin embargo, tú lo ves como un tronco muy ancho, y te empeñas en no alimentarlo. Pequeña ramita, si supieras que el viento te puede lanzar muy lejos y nunca traerte de vuelta, si vieras cómo te hacen falta las hojitas que has ido perdiendo y que ya no hacen visible tu arbolito. Tu crees que tus hojitas te hacen parecer un tronco demasiado grueso y ancho, y te empeñas en tallarlo como una pieza de juguete. Quieres tener el contorno de una varita mágica pensando que así te verás más bonita, y no es así ramita. Naciste para ser tronco y como tronco has de caer. No debes quedarte en rama ni desechar tus hojitas, porque forman parte de ti, aunque no lo veas ramita, no te hacen menos bonita.

Eres un árbol como todos los demás, no menos válida, y no te sobran los anillos en tu interior. Es tontería dejar tanta agua y sales minerales que tan bien te hacen, por perder unos centímetros de tu contorno. No hagas eso ramita, cambia de espejo, alarga tus raíces, llena tu tronco de nutrientes, y sobre todo de amor que tan bien te hace. Puedes hacerlo ramita, puedes volver a ser un tronco. Un tronco bonito y hermoso. Los anillos de tu tronco eran bonitos, y nunca debieron desaparecer, aún estás a tiempo de recuperarlos. Solo debes deshacerte de la lámina metálica que te confunde con sus números. Tu crees que a menor número más bonita y mejor te ves, y no es así ramita. Cuanto menos marque la lámina más lejos estarás de ser el árbol que fuiste y que debes volver a ser.

Vuelve a ser tronco ramita, alarga tus raíces, rebózalas en la tierra hasta humedecerlas en el subsuelo. Busca los minerales y el agua que tanto te faltan y tómalos en grandes cantidades para volver a ser el hermoso árbol que un día fuiste. Debes volver a ser el tronco fuerte que resistió frente a viento y tormenta. No dejes que las revistas y programas de televisión te confundan. Ser ramita no te hace ser más atractiva, ni aceptada por la sociedad. No te obsesiones con tu imagen y peso, no le declares la guerra a la comida. Ella no es tu enemiga, al contrario, es lo que hace que sigas aquí con nosotros. No la destierres ramita, la necesitas para volver a ser lo que eras.

Lo que ves en el espejo no se corresponde con la realidad. Necesitas alimentarte, fortalecer tu árbol. Coger energía para vivir. Solo así recuperarás tus hojitas, y créeme cuando te digo que te sentirás mejor. Tu percepción de la belleza y de tu propio cuerpo está distorsionada y debes enderezarla. No hagas caso a la lámina metálica que se ha metido en tu cabeza y te ha hecho creer que solo su juicio es válido. Debes escuchar al bosque al que perteneces. Todos coincidimos en que debes volver a ser el árbol que eras, recuperar tu hermoso tronco.

No debes ser la pequeña plumita que vuela en solitario. Piensa que hay árboles y pajaritos a tu alrededor que te queremos y deseamos que vuelvas a ser el hermoso árbol que eras, y ver por fin cómo retomas tu vuelo mientras cantas, pajarillo.

viernes, 25 de enero de 2019

Fumar mata, tu amor también

"Fumar mata" ponía en el paquete de tabaco que había junto a la cama, en mi mesita. Lo dejaba allí todas las noches. Sabes que me gustaba fumarme un piti después de acostar a los niños. Aunque recuerdo que eso a ti no te gustaba, ni el piti ni acostarlos. Nunca lo hiciste, ni jugaste con ellos. Decías que los niños eran "cosa de mujeres, no de hombres", y tu nunca fuiste ni una cosa ni la otra.

Decías que pertenecías al segundo grupo. Te considerabas un "macho alfa, unga, unga", y así se lo hacías ver a nuestros pequeños. Te veías e intentabas que ellos te vieran como un modelo al que imitar. Menos mal que eso solo lo veías tu, y no ellos. Nunca siguieron tus pasos, o patadas que es lo que dabas al caminar, yo me encargué de que no lo hicieran difuminando tus huellas. "Fumar mata" me recordabas cada vez que veías el paquete o yo lo cogía. No digo que no sea verdad, pero creo que el paquete y su pequeño mensaje te hicieron un favor. El paquete fue la excusa que pusiste para no reconocer que tu hacías lo mismo conmigo.

Tu "amor" por mí era igual o peor que el tabaco, y eso no me lo decías. Como el tabaco, era algo adictivo y tóxico. Tenía una apariencia atractiva y fumarlo te hacía sentir bien, o eso creías al consumirlo, pero al llegar a tus pulmones empezaba a verter mierda y a podrirlos de la peor manera posible. De la única manera en la que puedes destruir algo por completo: desde dentro.

El tabaco y tu tuvisteis una misma acción sobre mí. La diferencia entre ambos fue que él portaba un letrero vaticinando un posible y fatídico desenlace si lo consumía, y tu no. Tu me alertabas sobre él omitiendo que escondías la misma realidad bajo tu piel. Fumar mata, tu amor también, y esto último no me lo advertiste. Tuve que descubrirlo yo sola, y casi me cuesta la vida.

Me jodí los pulmones ¿sabes? Me jodí los pulmones con el puñetero tabaco, y me acordé de ti el día que la médica me indicó que tenía que dejarlo. Sus palabras fueron: "si no dejas el tabaco, pronto tendrás cáncer de pulmón", y mi pensamiento fue "me cago en ti", y con "ti" no me refería a la médica, me refería al "macho alfa, unga, unga".

Cuando llegué a casa te estabas duchando y nuestros pequeños estaban solos en el comedor. Me acerqué a ellos y volví a ver la cajetilla en la mesa, abierta. Le faltaban tres cigarros y aún quedaba humo en el comedor. Pronto comprendí que te habías fumado otro piti con nuestros hijos a tu alrededor, y no habías abierto las ventanas.

Nuestros hijos, mis hijos, estaban respirando el humo. Un humo tóxico como tú y tu amor. Corrí las cortinas, levanté las persianas y abrí las ventanas para que se fuera. El humo de tus cigarros estaba vertiendo mierda, y mis hijos la estaban recibiendo e inhalando, y fue en ese momento cuando me di cuenta de que no erais atractivos sino adictivos.

El tabaco y tu no erais atractivos, porque ninguno de los dos me aportabais nada bueno. Él me mataba por dentro, y tú me matabas por fuera, aunque solo él era sincero conmigo. Cada cajetilla que me fumé contuvo un letrero y una foto en su exterior indicando que podía matarme. Un simple letrero. Dos palabras. FUMAR MATA. Tu, sin embargo, me dijiste muchas. Tuvimos miles de conversaciones y discusiones, y en ninguna fuiste tan directo y sincero como la cajetilla.

Fumar mata, tu amor también, y eso no me lo advertiste. Por eso, tanto tú como la cajetilla, habéis acabado fuera de mi casa. Y me gustaría decir que de mi vida también, pero en tu caso no puedo, porque siempre nos unirán los niños. Y solo los niños. Ahora los acuesto, los beso, y cambio la hora del piti por la del cuento de buenas noches.